Tiempo divino que
llegó
a ser tiempo,
poco a poco,
mañana tras su
aurora,
mediodía camino de
su víspera,
estío que se junta
con otoño,
primaveras sumadas a
inviernos.
Años que nada saben
de sus números,
llegándose,
marchándose,
sin prisas,
sol que sale,
sol puesto,
caminos sobre
anhelos de amores hechos trizas
sobre los días
lentos,
sobre abrazos,
noches con el ardor
urdido
del desvelo
que en la alta
madrugada,
da, por fin,
con el contorne
exacto de su empeño.
Tiempo divino de
amar.
Estaba apoyada en la
mañana,
envuelta de luz en
primavera,
ascendía la vida por
mis hombros
y en las manos
temblaba una estrella.
El pálido rocío de
tus ojos
se extendió por
altísimas nubes
y al dar mi corazón
un primer impulso,
volcó por mis
sentidos,
sangre nueva.
Tiempo de amar
dame tu libertad,
no quiero tu fatiga,
no,
ni tus hojas secas,
tus sueños,
ojos cerrados.
Ven a mí,
desde ti.
No desde tu
cansancio,
quiero sentir tu
libertad
que me trae igual
que un viento
cálido,
universal,
una bandada de
visiones
que tú veías
cerrando tus ojos.
Tiempo de amar,
en el que recogeré
tu imagen
primigenia,
en el aire que
tallaba
tu presencia.
Y así, naciste
de mis deseos al son
de una viola de
amor,
cintura cincelada en
nácar verde
y perfil modelado
en blanda cera.
Tiempo de amar,
en los duros biseles
del silencio
estabas inmóvil
como águila señera
atisbando desde
lejos
mi figura,
para encontrar mi
mirada
pura e inocente.
El calor de tus
hombros,
enlazaba la cima de
los cielos
con la tierra,
tus caricias sin
palabras
cubrían mi cuerpo
entero,
crecías hacia
adentro de mis dedos
cuando tocabas mi
piel
sin rozarla siquiera
y al llamado de tus
ojos
se alzaba de mi
sangre este poema.
Tiempo de amar,
un aire estremecido
de ternura
llega hasta mi
cuerpo
sediento de amor,
pasión
y gozo.
Con trompas de oro,
te proclamo
mi amado amante.
Tiempo de amar
¡Todo canta en mi
entorno
al son de este amor
nuevo aún lejano!
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