Vehemente amor,
apasionado,
te amo intensamente,
me debía bastar con
lo que ya me has dado
y pido más y más,
cada beso tuyo
me pide otro para
cumplirse a sí mismo
ya que tú nunca
podrás
dar otra cosa de tí
más perfecta.
Se cierran mis ojos
esperándote,
límpida,
impetuosa como la voz
primera
porque tu entrega es reconquista de ti,
vuelves a mí en cada momento
entusiasta, fogoso,
buscando mis más íntimos secretos.
Vehemente amor,
efusivo,
totalmente entregado
a este querer de dos,
por eso no te
expliques tu amor,
ni me lo expliques,
obedecerlo basta.
Me hundo en tu
querer,
llenándolo de síes de
gozos,
de pasiones, de
deseos sin fin.
Tu forma de querer
es
dejarme que te quiera.
El sí con que te me
rindes
en el silencio.
Tus besos
son ofrecerme los
labios
para que los bese yo.
Vehemente amor,
estoy abrazada a tí
sin preguntarte nada,
de miedo a que no sea
verdad
que tú vives y
quieres.
Estoy abrazada a ti,
sin mirar y sin
tocarte,
no vaya a ser que
descubra
con preguntas, con
caricias,
ese soledad inmensa
de quererte sólo yo.
Vehemente amor,
el firmamento
resplandece
cuando me acunas en
tus brazos
y me llevas las manos
a tu pecho,
amor, que desnudándote
caminas sobre el muro
que cerca mi
silencio.
Mi piel se enciende
con rubores de deseo
y floto sobre el agua
que mana mis
recónditos adentros.
Sacúdanse las bases
de mi sangre
para que aparezca tu nombre contra el cielo.
Vehemente amor,
te necesito a mi lado,
cerca muy cerca,
mi cuerpo enredado en
el tuyo
en un aire estremecido de ternura
y bajado de altísimas
esferas.
Tú eres para mí
viola de amor que
toca
con sus notas
cada fibra de mi
cuerpo todo
cincelado en nácar
verde
y perfil modelado en
blanda cera.
Apoyada en el calor
de tus hombros,
enlazo las cimas de
lo cielos en la tierra.
Creces hacia dentro
de mis dedos
y al roce y al
llamado de tus ojos
se alza de mi sangre
un efusivo abrazo
que te cobija muy
dentro mío.
Vehemente amor,
no quiero que te
vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre
mis brazos,
quiero tu ardiente
cuerpo
que me entregas entre
tus brazos.
Eres mi felicidad,
mi dicha toda,
dentro de mi te llevo
porque digo tu
nombre.
¡Ven y tú llegas
despacio y quedo!
¡Ven a mis brazos
abiertos!
¡Ven con tu amor que
me ata
y me desata en cada
lujuria
de tu mirada errante
con tu alas que me
envuelven toda,
con tus labios de amantes
ardorosos y tiernos!
Seré tu pasión,
tendrás que amarme
con tu brazos
redentores.
Vehemente amor,
¡cómo decirte que te quiero mío
y me quiero tuya
por toda la
eternidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario