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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Tal vez mejor soñar


Tal vez mejor soñar
que vivir entre húmedas neblinas
en las que ningún árbol,
ni una nube se destaca,
en esta blanquecina cerrazón
que me entristece
y no ilumina débil
 la luz crepuscular y opaca.
Soñando voy por senderos luminosos,
 hadas y gnomos iluminan mi camino,
 floto en la brisa fresca y pura
del espacio de la nada,
ingrávida y suelta sin pesares ni dolores.
Tal vez mejor soñar y no vislumbrar
desde la invisible altura
 bajo la luz que, demacrada, brilla
 a través de la niebla del vivir
que es un velo todo impregnado en llanto.
Soñando soy como un ave que,
con su ímpetu de vuelo,
su canto lanza por campos en flor.
¡Qué bien se respira,
gozan mis anhelos,
canto en la lira
y en el alma que sueña,
vuelos vibran sin par,
en un fragante edén!
Tal vez mejor soñar
que vivir en la ardua lucha diaria,
de cada instante,
que nos desgasta,
nos produce sufrimientos y dolores
entre tan pocos instantes de amor y alegría
que como un millón de notas nos subyuga
y en un millón de arpegios nos eleva
a vivir la realidad cruel
a veces una y otra vez.
Tal vez mejor soñar
con todo un paisaje que canta
y nos conmueve con notas misteriosas
en fantásticos pentagramas
plenos de dicha y luz,
en un alado idioma sin palabras
que vivir instantes presurosos
de amores fugaces
o de recuerdos nuestros.
Tal vez mejor soñar
con el númen del estío
donde se vierten en llanos y bosques,
 campos de girasoles, alelíes, azucenas
que como arcos de violín,
resbalan hacia el río
entre el cordaje del juncal sonoro.
¡Ya no caben más notas en el viento,
en mi sueño azul y mágico!
Tal vez mejor soñar,
no sentir el dolor frío de la realidad
que golpea a veces nuestro corazón
 llevándonos a pesares de remotos ayeres,
Soñando melodías de lejanas orquestas
 nos invaden y nuestra alma feliz
clama ante la esperanza
deshojando flores entre dichas y placeres sin fin.
Tal vez mejor soñar
y no vivir fugazmente momentos breves
como gotas de rocío
a quien le da la aurora
 para vivir su hora morada
en una flor conociendo las espinas
 que defienden su fragante palacio de color.
Y así la vida pasa
pensando en tener un mañana

como no tuvo un ayer.

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