Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 11 de julio de 2013
Huida de la noche
Para él, el amor perdido
Huida
en la noche
a
oscuras, densos caminos
y
con escarchas de niebla
voy
hacia esa trampa
entre
oscilaciones y caídas
y
si no me deslizo
hacia
delante,
muero.
¿De
qué huyes si eres amada?
¿Es
de tu pasado con su carga
de
sábanas ajadas?
Siento
que soy una mano
en
el vidrio ceniciento
a
lo largo de una densa alameda.
Huida
en la noche,
silenciosa
voy
como
hecha en marfil
y
mármol tibio
la
hierba recién iniciada
da
frescor a mis pies desnudos.
Mi
pecho se agita
como
péndulo yerto,
me
deslizo como en un mar en mis sueños
voy
hacia el olvido
bajo
sombras de amor
con
alas en el aire tibio y dulce
Huida
en la noche
muerta
de amor,
buscándote,
persiguiéndote
debajo
de la piel de mis sentidos
pasando
veloz
la tierra
burilada
por
el talón de arcángeles invictos.
Huida
en la noche,
para
desaparecer de este todo
e
ir hacia la luz quemada
del
no recuerdo
con
miedo,
temores,
trato
de allegar al lugar escondido
donde
nadie pueda
encontrarme
jamás.
Te
dejo para siempre,
no
me nombres,
no
tengo nombre,
no
soy nada más
que
una sombra vencida
que
apenas puede sobrevolar.
Quisiera
estar
en el linde sonoro de tu pecho
pero
ya imposible es.
Eres
de otra.
mío
ya no más.
¡Oh!,
mi blando corazón llora
y
me desvelo mientras recorro
el
camino inverso
que
es el alejarme de ti.
Mi
alma herida
también
huye en la noche
vencida
y sin memoria,
sin
contornos,
sin
emociones turbias.
Mueve
el viento
el
verdor del monte,
sangra
el río,
no
hay música en el viento,
todo
es silencio ya,
tétrico,
inasequible,
duradero.
La
invisibilidad
ya
me envolvió.
Soñando te amo
Soñando te amo, ¡cómo suena en mi alma la imagen de una noche completa en tus brazos, diluyéndome toda en caricias tiernas y dulces, mientras tú te brindas a mí extasiado!
Soñando te amo, ¡qué incesante el temblor de miradas que vendrá en la emoción del abrazo y qué intenso el coloquio de besos que tendré estremecida en tus labios!
Soñando te amo, ¡cómo sueño las largas horas azules que me esperan recostada feliz a tu lado, sin más luz que la luz de tus ojos, sin más lecho que aquel de tu brazo!
¡Cómo siento mi amor encenderse en la mística voz de tus cantares, notas tristes, alegres y profundas que unirán mi emoción a tu amparo!
Soñando te amo, la noche regada de estrellas que enviará desde todos sus astros la más pura armonía de brillantes luces a mi lecho de amor contigo a mi lado.
Soñando te amo, lo saben nuestras almas más allá del horizonte y más allá del sol y tus sueño y mi sueño se unieron en cadenas de flores de lirios y azahares.
Soñando te amo, asomada en mí misma contemplo los momentos que juntos vivimos y me vuelve a la vida en tu destello mis crepúsculos que sueñan bañarse en tus luces…
Soñando te amo se fueron las tinieblas de mis pupilas desde que hallé tu corazón que alumbraba al mío en penumbras.
Sí, mi amor es así, como un torrente, como un río crecido en plena tempestad, como una azalea prendiendo raíces en el viento, como una lluvia íntima, sin nubes y sin mar…
Soñando te amo, cabalgo horizontes cruzando rosales quitándole espinas que puedan herirnos, anhelando la paz, la hora sin ruido, cuando nada turbe los momentos de ensueños apasionados.
¡Oh mágica noche de sueños de versos que me alumbran y dan amor a mi alma!
Ríos de la vida
El agua corre presurosa aún cuando deja de llover, así corrían mis lágrimas antes de conocerte a ti.
A la sombra verde de los enternecidos álamos, a la orilla del río busco la sombra de la vida que pasa, me abraza, me lleva con ella en los espejos del agua, cantando por tierras y mares.
Ríos de vida, a veces turbulentos, impetuosos, a veces pacíficos y sin tristezas, con amores profundos, fugaces y tiernos.
A tus orillas seguiré soñando con caminos a emprender, nuevos y plenos de vida.
Voy en naves, guiada por las estrellas, viviendo cada día como si fuera el último hacia la luz, aire y sones me acompañan.
Ríos de vida, me llevan a la danza con palmeras con alas, con hambre de soles y noches de lunas, buscando el amor que no he perdido, que me busca entre árboles perfumados con formas de siluetas difusas en sus orillas.
¿Cómo encontrarlo? ¿Cantando?
Mi canto se va con el río, en procura de encontrar a mi amado, el fulgor de las luciérnagas me guía con su luz.
Ríos de vida, me conducen como náufraga perdida a sus orillas de olvidados lugares donde el amor me está llamando y no en vano voy hacia él, sin angustias ni rencores, alargando mis manos y abriendo mi corazón para que los instantes esperados me lleven hacia él.
Ríos de vida a veces nos dan señales, rostros repetidos del pasado, en quienes inútilmente buscamos signos de amores olvidados.
A la orilla de los ríos y en las manos de los aires, me voy en pájaro o nube, cortando el aire con los pasos de los años, sin tinieblas en mi cuerpo ni relámpagos repetidos en mi vida.
A la sombra verde de los enternecidos álamos, a la orilla del río busco la sombra de la vida que pasa, me abraza, me lleva con ella en los espejos del agua, cantando por tierras y mares.
Ríos de vida, a veces turbulentos, impetuosos, a veces pacíficos y sin tristezas, con amores profundos, fugaces y tiernos.
A tus orillas seguiré soñando con caminos a emprender, nuevos y plenos de vida.
Voy en naves, guiada por las estrellas, viviendo cada día como si fuera el último hacia la luz, aire y sones me acompañan.
Ríos de vida, me llevan a la danza con palmeras con alas, con hambre de soles y noches de lunas, buscando el amor que no he perdido, que me busca entre árboles perfumados con formas de siluetas difusas en sus orillas.
¿Cómo encontrarlo? ¿Cantando?
Mi canto se va con el río, en procura de encontrar a mi amado, el fulgor de las luciérnagas me guía con su luz.
Ríos de vida, me conducen como náufraga perdida a sus orillas de olvidados lugares donde el amor me está llamando y no en vano voy hacia él, sin angustias ni rencores, alargando mis manos y abriendo mi corazón para que los instantes esperados me lleven hacia él.
Ríos de vida a veces nos dan señales, rostros repetidos del pasado, en quienes inútilmente buscamos signos de amores olvidados.
A la orilla de los ríos y en las manos de los aires, me voy en pájaro o nube, cortando el aire con los pasos de los años, sin tinieblas en mi cuerpo ni relámpagos repetidos en mi vida.