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domingo, 6 de abril de 2014

Cenizas


Cenizas,
la noche se astilló de estrellas,
la música detuvo sus notas,
el aire se detuvo en un soplo,
sólo quedaron mis arcanos sueños,
antepasados de mis sonrisas,
cuando nuestro amor nos unía.

Cenizas,
hay ahora tan solo candados
pero no llaves
y hay temores pero no lágrimas,
porque sin ti no tengo mañana,
porque sin ti mi noche sufre.

Te esperaré
desde el oscuro principio,
intentaré que las cenizas desaparezcan
y daré vida a secretos cegados
con recónditos signos
que estaban callados
para que desde recuerdos hondísimos
emerjan nuestras canciones
desde mis labios
que en cenizas se habían transformado
en un puro dolor atónito
de mi interior llama viva.

¡Cenizas,
ya no más!
Quiero letras de amor,
nuevas,
sin tristezas,
ni mansos llantos,
sin dolores con luces
que aniquilan,
sí con brillantes y tersos colores
de un nuevo amor,
aquel,
el olvidado.

Cenizas doradas del fénix
que nace
de los ingenios sin demora,
ni palabras que se desintegran
en el sendero de la vida,
sin despojos ni amores ingratos.

No quiero la llave del olvido,
sí el sol del amor
que queme mi pecho,
ir por donde el agua canta
alguna estrofa
de algún sueño perdido,
mientras por la orilla,
lentamente se encienden
recuerdos escondidos.

Cenizas despojadas,
ya no existen en este otoño infinito
con la nostalgia
acunando en silencio
el dolor ya dormido.

Y así sobre la dolorosa soledad
que busca sin tregua
su imposible destino,
allá muy lejos
quedaron las cenizas
de nuestro amor perdido.

Los lugares de la ausencia
siempre quedan
como lo único que existió
en nuestra vida.

Ya no más cenizas,
ahora iré a empaparme
entre hierbas húmedas
y campos floridos
para encontrar el amor,
el que no tiene límites,
el que se siente cerca,
aunque esté tan lejos
y así de las cenizas
el fuego se levanta
y se reaviva lo que se creyó olvidado.

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