Dos títeres,
somos dos seres que sin rostro y sin piel
nos amamos con
total intensidad,
manejados no sé por quién.
¿Quién rige nuestras vidas?
Vaga historia,
formas turbias,
sucesión de
ademanes con cadencias.
Y en nuestros escenarios de vida,
surgen de pronto,
veloces
animaciones,
falsos besos
a través de nuestra aparente piel
y sufrimos condenados sin remedio
a pasiones y a
ilusiones vanas.
Nuestros cuerpos se acercan,
se tocan,
se llaman pero en un instante,
sin darnos cuenta
se paran tan
sólo frente a frente
entre enredos
de hilos multicolores
y volvemos a la
soledad,
toda desnuda sin ver en nuestro interior
la tela blanca de nuestras vestiduras,
inmaculada,
ajenas a las
maldades
que en ella pretenden,
unos extraños,
cometer.
Dos títeres,
que entre hilos
de voz,
que se oyen en la noche,
nos acercan y nos alejan,
¿Quién,
de dónde,
por qué?
y entre luces
inciertas
nos amamos.
Juntos,
muy juntos,
de improviso,
desapareces en un telón oscuro y misterioso,
¿Adónde estás?
¿Por qué te alejas?
Y yo sola quedo desmadejada
y quieta en el suelo polvoriento del teatrillo.
Por mis mejillas
resbalan lágrimas de color
y esos lagrimones tristes,
dejan manchas
en mi vestido
de estopa y
algodón
como pétalos encarnados
de mil colores diferentes.
Y mi voz que sólo tú escuchas,
te dice temblando y con frío
“soy el dolor
que por donde andas,
ando.
No clames más,
tu corazón es
mío.
Títeres,
fantoches,
polichinelas
nos llaman,
brindamos risas
por doquier
pero en nuestro interior con voces prestadas,
chillonas,
agudas, falsas,
sufrimos por amor,
habitamos un
cuerpo que no es nuestro
y no pueden sujetar
con trenzas o lazos nuestros corazones
que están unidos por un eterno tiempo.
¿Quién nos hizo?
¿Por qué?
Vivimos en un
hoy
que no es
nuestro
y con redoblada fuerza
sacudo el silencioso corazón
de quien nos une y desune a la vez
y sólo hay una
puerta
que ni a mis golpes responde,
es inútil cambiar,
es inútil gritar,
sólo nos queda amarnos
en esos
instantes en que por milagro,
estamos juntos,
muy juntos.
El tiempo es un río que huye
y en algún momento en un arcón de madera
nos dejarán
juntos y todo quedará atrás
en las sombras de un remoto ayer
y así podremos amarnos,
reír, vivir nuestro existir,
mirándonos a
través
de nuestros ojos de cristal policromados
y siempre
abiertos.
La eternidad será nuestra casa
que al fin hemos de habitar
y no habrá hilos ni lazos
que nos puedan separar.
Dos títeres que se aman
y que ya no
temen a la muerte ni a la vida,
sólo les queda
soñar y así todo pasa,
sin que la
transparencia del mañana
se enturbie jamás.
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