Páginas

jueves, 3 de abril de 2014

Dos títeres


Dos títeres,
somos dos seres que sin rostro y sin piel
 nos amamos con total intensidad,
manejados no sé por quién.

¿Quién rige nuestras vidas?
Vaga historia,
formas turbias,
 sucesión de ademanes con cadencias.

Y en nuestros escenarios de vida,
surgen de pronto,
 veloces animaciones,
 falsos besos
a través de nuestra aparente piel
y sufrimos condenados sin remedio
 a pasiones y a ilusiones vanas.

Nuestros cuerpos se acercan,
se tocan,
se llaman pero en un instante,
 sin darnos cuenta
 se paran tan sólo frente a frente
 entre enredos de hilos multicolores
 y volvemos a la soledad,
toda desnuda sin ver en nuestro interior
la tela blanca de nuestras vestiduras,
 inmaculada,
 ajenas a las maldades
que en ella pretenden,
 unos extraños, cometer.

Dos títeres,
 que entre hilos de voz,
que se oyen en la noche,
nos acercan y nos alejan,
¿Quién,
de dónde,
por qué?
 y entre luces inciertas
 nos amamos.

Juntos,
muy juntos,
de improviso,
desapareces en un telón oscuro y misterioso,
 ¿Adónde estás?
¿Por qué te alejas?
Y yo sola quedo desmadejada
y quieta en el suelo polvoriento del teatrillo.

Por mis mejillas
resbalan lágrimas de color
y esos lagrimones tristes,
 dejan manchas en mi vestido
 de estopa y algodón
como pétalos encarnados
de mil colores diferentes.

Y mi voz que sólo tú escuchas,
te dice temblando y con frío
 “soy el dolor que por donde andas,
ando.
No clames más,
 tu corazón es mío.

Títeres,
 fantoches,
 polichinelas nos llaman,
 brindamos risas por doquier
pero en nuestro interior con voces prestadas,
chillonas,
 agudas, falsas,
sufrimos por amor,
 habitamos un cuerpo que no es nuestro
y no pueden sujetar
con trenzas o lazos nuestros corazones
que están unidos por un eterno tiempo.

¿Quién nos hizo?
¿Por qué?
 Vivimos en un hoy
 que no es nuestro
y con redoblada fuerza
sacudo el silencioso corazón
de quien nos une y desune a la vez
 y sólo hay una puerta
que ni a mis golpes responde,
es inútil cambiar,
es inútil gritar,
sólo nos queda amarnos
 en esos instantes en que por milagro,
estamos juntos,
muy juntos.

El tiempo es un río que huye
y en algún momento en un arcón de madera
 nos dejarán juntos y todo quedará atrás
en las sombras de un remoto ayer
y así podremos amarnos,
reír, vivir nuestro existir,
 mirándonos a través
de nuestros ojos de cristal policromados
 y siempre abiertos.

La eternidad será nuestra casa
que al fin hemos de habitar
y no habrá hilos ni lazos
que nos puedan separar.

Dos títeres que se aman
 y que ya no temen a la muerte ni a la vida,
 sólo les queda soñar y así todo pasa,
 sin que la transparencia del mañana
se enturbie jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario