Dulces
palabras
que
como flechas perfumadas
las
lancé al aire tibio
para
que viajaran
en un
poema de amor
hasta
tu alma.
Dulce
estrella de la pasión,
ojos de
luna,
corazón
suave y tierno
de mi
locura.
Dulces
palabras
que
sobre las costas de tu espíritu
se
fueron amontonando como versos
y tu
voluntad fue cediendo
como
una muralla incontestable
y las
venas de tus sentimientos
se
abrieron como rojas flores de amapolas.
Dulces
palabras que lo dicen todo
y como
magia te llegan a tu alma,
candorosas,
suaves,
tiernas,
ruborosas
de promesas del hoy,
rubor
por haber prometido tan poco,
de ser
tan cortas,
se
escapan hacia su más,
todas
trémulas de alas.
Dulces
palabras
que van
hacia ti
como
beso enamorado,
estremecido
de impaciencia,
pidiendo
que me lleves
a
horizontes y paisajes
para
perderme contigo
y
coronándome de la dicha
con el
gozo de vivir.
Dulces
palabras
que
reflejan sentimientos,
que
expresan diferentes pensamientos
que a
su vez
tocan
el fondo del alma.
Mágicas,
sencillas
pero poderosas,
con
sabor a ambrosía
o
perfumadas a rosas,
palabras
que restablecen
por su
dulzura la calma necesitada.
Dulces
palabras
que
mezclan la inocencia
con
toques de pasión,
de
deseo,
de
calor,
pero de
entre todas las más dulces,
las que
me llegan al alma,
son las
que vuelan presurosas
de tus
labios a mi corazón.
¿Las
oyes?,
nos
están ofreciendo en flor,
en
roca,
en
aire,
todo
nuestro amor
primogénito
del gozo.
Mi
dulce corazón soñante
va en
busca de las dulces palabras
que
corren presurosas
hacia
tu imagen luminosa
y
sonriente como una brisa tibia
y
susurrante para poder rozar,
acariciar,
tu piel
tierna y recoger a escondidas
las
flores de mil colores
que se
abren en tu boca
bermeja
y embrujadora
a
través de tus tibios besos perfumados
y tus
dulces palabras de amor
con que
se labran el gran proyecto
de
nuestras almas.
¿Oyes
los susurros de las dulces palabras
que te
cercan como vergeles en flor?
¿Te
acuerdas del momento
de
aquel sueño de cuando
te las
susurraba a tu lado
ofreciéndote
como dones divinos
nuestro
soñar,
mirándonos
cara a cara,
viéndonos
y oyendo la dicha
que
brotaba hacia el infinito
entre
vuelos y revuelos,
trémulos,
acariciantes,
únicos?.
Dulces
palabras,
no nos
guardemos ninguna,
derrochémoslas
al aire azul
con
alegrías para que traspasen el agua
llenando
los cauces del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario