Melancolía,
hoy estoy en el mundo de la melancolía,
en un espejo gótico
con pluma y papel,
dispuestos para dejar en frases de locura,
descubriendo el mundo
con mis palabras delirantes,
tratando de llenar el vacío con mis versos
y mi corazón puesto en cada letra,
puntos y rimas mortificantes.
Melancolía,
pesadumbre por no estar tú a mi lado,
luna reina de la oscuridad,
compañera de la noche,
inspiración de espíritus insatisfechos
que vagan bajo las sombras
queriendo pasar desapercibidos
como
fantasmas oscuros
cubriéndose de mantos de tul
enmarañados y negrísimos.
Melancolía,
entre languideces de añoranzas
te quiero a ti,
no lo dudes,
no creas que no te amo,
sí, te amo hasta el más allá.
Era el frío del sepulcro,
era el filo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra
por los rayos de la luna
se proyectaba, iba sola,
por la estepa solitaria,
y tu sombra esbelta y ágil
de la muerte primavera
como en esa noche llena de perfumes
y de música de alas
nos acercamos y marchamos
con ¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, la sombra de los cuerpos que se juntan
con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en noches
de tristezas y de lágrimas!
Melancolía,
nuestros labios nunca se tocaron,
y vagando por la noche
recuerdo tu nombre,
mientras me alimento del dolor
y me refresco con mis propias lágrimas,
el silencio aturde nuestros sentidos
y mi voz repite constantemente:
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Ilusión creada, ilusión amagada,
en una morriña de amor.
Ser razonable
me consume en mi dolor,
anhelo la noche para que juntos saciemos
la sed de la oscuridad
entrelazados, apretados
en brazos mórbidos y únicos.
Quiero contigo momentos de silencio
como almas vagantes nocturnas.
Nos amamos sin dejar la aflicción de lado
ni la pesadumbre a nuestro paso.
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