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jueves, 10 de abril de 2014

Pregúntale al viento


Pregúntale al viento,
mi amor,
cuántas veces te nombré
con un grito callado
para que nadie supiera lo que siento
cuando no estás a mi lado
y si el viento hablara,
te diría todo lo que te extraña
este corazón mío.

Si en mis sueños te nombro
sin que lo sepas,
pregúntale al viento
todo lo que un día
prometimos realizar juntos,
muy juntos
y sólo en sueños se quedó
tan solo por unos instantes
porque si no compartimos
cada momento de nuestra vida
ésta no tiene sentido.

Sí,
pregúntale a tus noches frías
si mi cuerpo no extrañas.

Pregúntale al viento
si al pasar me besa,
sólo por besar,
si enreda mi pelo por acariciar,
si su brisa lleva lágrimas de sal.

Pregúntale al viento
todo lo que pienso en ti
y si al pasar el tiempo se lleva
en el aire algo más…
si me vio llorar por ti
cuando silba,
canta,
gime…
cuando hace esos ruidos
que me hace temblar.

Pregúntale al viento
que me sucede
cuando no lo siento,
no me toca,
por qué no me besa,
por qué va de prisa,
cuán grande es mi amor por ti
y por qué a veces lloro
sólo por llorar.

Pregúntale al viento
si tu amor está en mí
como mar en la popa del barco
que zarpa en la ruta que añora.

El flamboyán
deshojando sus hojas
al soplo del viento va,
pregúntale si a mi vida
unida la tuya está.

Pactaron las nubes y los vientos
para unirnos cada día más,
escondernos en nuestras miradas,
hablarnos en nuestros silencios,
desnudando nuestros sentimientos
en versos que te escribe mi alma.

Fuego de amor
que acaricia suavemente el viento,
transita por nuestras venas,
se funde en nuestros corazones.

Pregúntale al viento
el momento indicado,
el anhelado,
cuándo llegará el juego del amor,
de miradas entrecruzadas,
de roces sin tocarnos,
de suspiros gratos,
de besos que se llevará el aire
a través del tiempo
porque nuestros sentimientos
vuelan ingrávidos como el viento.

Pregúntale al viento
por qué te busco y te añoro,
por qué suspiro en cada eco
cuando tú no estás
y cuando te encuentro,
muy despacio,
con lentas claridades,
desemboca en ti,
cuerpo con cuerpo
igual que agua con agua,
corriendo juntos entre orillas
que se llaman los días más felices.

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