Florecer del alma,
que busca ese afán
de claridad y alegría
levantando en espumas de amor altísimo
hacia el cielo,
espumas de luceros,
sí, de estrellas que me salpica el rostro
con un tumulto de constelaciones.
Florecer del alma,
desafía días,
horas,
segundos,
tras suspirar con el alma
florecido de amor.
Hoy mi alma florece en ti,
eres la razón de mi existir,
si respiro lo hago por ti,
si vivo, vivo por ti.
Florecer del alma,
mi alma florece en ti
entre jacarandaes,
amapolas,
alelíes,
jazmines
y heliotropos.
Pienso en este amor en silencio,
son ecos altisonantes,
este amor que nos encontró
y nuestras almas florecieron.
Florecer del alma,
mi alma florece en ti,
en ti, mi amor.
¿Cómo me vas a explicar, di,
la
dicha de esta tarde de primavera,
si no sabemos por qué fue,
ni
cómo, ni de qué ha sido?
¡Cómo vagaron sin rumbo
y sin torpezas
tus caricias!
Largos gozos iniciados,
caricias no terminadas.
Florecer del alma
que nos inunda el corazón
en brisas de risas
que anuncian la alborada.
Cuando se desvanecen los fuegos
de las centellas de la pasión
entre sus espinas bellas,
los epigramas florecen.
Florecer del alma,
como un campanario
canta la alegría
cuando nuestros corazones
se unen entrelazados
y el tumulto brota de la melodía
y nos reímos de placer
en nuestro florecido lecho,
la risa retoza como un potro
altanero y gentil.
¡Lástima que la vida se alboroza pocas veces
así!
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