Y aún
estás en mí,
siento
tus labios latiendo
junto a
los míos,
tus
brazos rodeándome
como
una cinta de terciopelo suave,
azules
y verdes,
no
dejándome ir.
Te vas
despacio,
en
secreto,
por
caminos desviados, inclinados,
abismales,
te alejas
de mí
y no
sabes por qué.
Quiero
atarte con cordones de seda
enroscados
en mi cuerpo
deseosos
de tenerte,
de que
estarás dentro de mí,
pero ya
es imposible,
tus
ojos tropezaron,
se
enlazaron con otros ojos
y
dejaste de amarme.
Y aún
estás en mí,
en tu
distancia lejana y dolorosa
te
presiento,
siento
el aroma de tu cuerpo
el
sabor de tus besos,
tu piel
que quemaba la mía
en cada
instante
en que
estábamos juntos.
Quiero
oir tu voz melodiosa,
seductora,
diciéndome despacito:
“Te
amo, mi diosa,
mi
dulce, mi luz…”
¿A
dónde se fueron
todos
esos sentimientos
que
creí sinceros?
Y aún
estás en mí.
logrando
en mi cuerpo
mil
sensaciones nuevas
de
gozos, placeres,
estremecimientos,
temblores
que no
me dan tregua,
llevándome
al mundo desconocido
del
clímax total.
Forjé
un eslabón un día,
otro
día forjé otro
y otro
más
para
que te quedes
dentro
de mí
como
una cadena en mi corazón.
No
puedo evitarlo,
estás y
estarás en mí,
hasta
que muera,
mis
sentimientos
son
puros y simples,
tengo
en mis manos
las
llaves para que tú
cuando
me busques
y
regreses a mí,
abras
la cadena entrelazada
de
enredadera, de venas
en mi
corazón dolorido.
Mi
rumbo en este existir,
sólo me
conduce a ti,
no voy
a un lugar ignorado
ni a un
secreto misterioso,
voy en
tu búsqueda
porque
aún tú estás en mí.
Entre
tus labios,
busca
mi aliento y lo encontrarás
con
claridades llameantes
que en
la noche sin ruido
y en
silencio
resbalan
mis besos
por tu
cuerpo adorado y dormido
como si
te tuviera entre mis brazos.
Y aún
estás en mí,
en la
sed de mi cuerpo
que
nunca te preguntará nada,
tan
sólo
¿me
quieres aún?
No hay comentarios:
Publicar un comentario