Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
jueves, 17 de abril de 2014
Cálidos crepúsculos
Cálidos
crepúsculos,
junto a
tu lado, frente al mar,
el
horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos
envuelve en su magia de espejismo,
de
visiones
que nos
transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos
lentamente
en la inmensidad
del cielo.
Cálidos
crepúsculos,
admirable
naturaleza,
siempre
la misma y diferente,
maravillosa de belleza,
renovada
constantemente
que nos
sumerge en oleadas de pasión
frente al sol
anunciando
su poniente
bajo la
celeste amplitud.
Estos
momentos imborrables
son
fuente de inspiración de poemas de amor
y
manantial de ritmos y cantos
para
que los versos como tesoros escondidos
surjan
en estas tardes de escarlata.
Cálidos
crepúsculos,
denme a
beber la poesía
en el
raudal de meditaciones sin fin
como salmos que desbordan cielos y tierras.
El
himno al amor todo lo ennoblece,
todo se agranda a sus clamores,
el
firmamento resplandece,
la
tierra se cuaja de flores.
Cálidos
crepúsculos,
hay en
su grandeza,
ternura
que fulgura,
armonía
que se potencia
en
segundos apenas
y los
versos vuelan con las aves,
con los
rumores de los ríos.
Es la
hora del amor,
retornan
a los nidos, las leves golondrinas,
sus
alas son dos mimos flotantes en el viento,
los
bosques se adormecen
y velan
las colinas,
es el
momento del recogimiento
y del
silencio profundo
surcado
por suspiros apasionados.
Poco a
poco,
puéblense de sombras el ambiente
y
levántanse del fondo de nuestras almas
los
sagrados sones de nuestro amor
descendiendo
por diáfanas escalas
a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.
Cálidos
crepúsculos,
como
música con ritmos sin fin,
son
instantes que la ilusión guía,
la
tarde apaga sus colores
y los
astros encienden sus lumbreras,
nuestros
corazones palpitan
y
vibran al unísono
en un
total arrobamiento de confidencias
y
secretos íntimos.
Parece
que flotamos
en una
suave cadencia
entre
el cielo y el mar,
nuestros
pies no son pies,
son
alas de aves,
bajo el
fanal errante de la luna
que
despacio asciende
con su áurea
luz, espectral y hermosa,
dilatando
el paisaje que nos protege,
nos
cobija como un temblor de encaje.
Luna
que comienza
a alumbrar nuestro camino,
vago y
blanquecino
hacia
nuestro nido cálido
y
embriagador de dichas supremas.
Cálidos
crepúsculos,
luces que el cielo envía
como
poesía ardiente
en el
atardecer nostálgico,
conduciéndonos
entre bellezas de luces
al
encuentro de nuestros cuerpos
que se
buscan con ardor
y
entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando
absortos
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.
Ya no te quiero
Ya no
te quiero,
ya no
necesito
el beso
vital de tus labios
y tus
cálidos abrazos.
Se
escaparon los misterios
y el
encanto.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
no
añoro tu letargo,
renuncié
a la utopía
y a los
sueños en vano,
ya no
late en mis venas
la
ilusión del pasado.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
ni
cerca ni lejano.
Quiero
que lo sepas,
no te
amo en pasado,
no te
amo en presente,
ni te
amo en futuro,
es un
amor que no existió,
sin
distancias ni tiempo.
Ya te
olvidé,
te dejé
a la vera de mi camino
aunque
nada fue en vano
porque
ahora
voy a
un tiempo de paz,
de
ventura,
de
gozo,
en búsqueda
de la eterna fantasía,
que al
soñar el palpitar
se
desvanece y realizar espero todavía.
¡Mujer
poeta,
llegará
tu día en que serás amada
y
amarás por siempre!
Acudo
presurosa aunque
llegue
triste y fatigada
a
encontrar la fuerza y la alegría
que tú
me habías quitado.
Todo mi
dolor se va
con
palideces de plata
y se
alza un himno cadencioso
de
frías notas calladas
en los
rayos de la luna,
reflejando
un
¡ya no
te quiero más!
Al fin
te fuiste de mi vida
entre
el ramaje dormido,
en voz
baja,
sin
rumores,
sólo en
silencio como un misterio
escondido
sin una palabra cortada.
Tan
solo se oyen gemidos
cuando
los rayos son idos
y la
luna más palidece.
Hoy
deseo volar alto,
dichosa,
viva y feliz,
ya no
estás más en mi vida,
ni en
sueños te quiero ver.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
el
sueño de amor no existe más,
no
quiero perder la paz,
no
volverme otra vez triste.
Muere
el sol en el ocaso
y
llorando mis amores
se
desangra en resplandores,
el
silencio paso a paso
limpia
mi alma de resquemores.
Hoy
sólo aspiro
al
aroma de un ramo con flores,
de
risueñas margaritas
y
pensativos tréboles
que me
inunden en sus matices
cálidos
pulidos por el sol
y por
la lluvia.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
no
deseo el viento del jardín
de los
recuerdos nuestros.
Desde
el fondo,
soplad,
trayéndome
las flores deshojadas
¡que
las quiero olvidar!,
escóndanme
lejos,
cerca
del arroyo de tristes armonías
y tu
recuerdo desaparecerá.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
no
quiero más
nuestras
noches con sus astros,
de
tenue claridad,
de
aquellas noches llenas de poesía,
música
y canto
porque
ya hace frío al irse el amor
con su
intensa lobreguez.
Ya no
te quiero,
es
cierto,
aspiro
una calma honda
para
que mi corazón lata
sin
prisa ni temores,
sin
hoscos recelos
y
sueños rotos.
Mi
nuevo camino transformará
en
versos y poemas de amor
el
nuevo descanso de esta vida nueva,
como
centinela eterno
de este
mundo mío.
Tu silueta al desnudo
Tu
silueta al desnudo,
ya no
está a mi lado
y
pregunto por tu ausencia
mientras
mis ojos
se
acostumbran a la oscuridad.
Si eras
un fantasma
siente
en las palmas de tus manos,
en los
labios,
la
cálida huella aún del abrazo
en el
que estábamos juntos.
Estamos
al otro lado
de los
sueños que soñamos
y tu
silueta al desnudo
me
acompaña siempre.
Amo tu
desnudez,
porque
desnudo
me
bebes con los poros,
como
hace el agua cuando
entre
sus paredes me sumerjo.
Tu
desnudez derriba
con su
calor los límites,
me abre
todas las puertas
que te
adivine,
me toma
de la mano
como a
una niña perdida
que en
ti dejara quieta
su edad
y sus preguntas.
Tu
silueta desnuda
se
refleja en las sombras,
en los
espejos irisados de luces,
azogados
por el tiempo
y como
aromática lámpara
me
elevas a lo alto
hasta
las nubes
desdibujadas
del cielo.
No
quiero que te vayas
porque
habrá humedad y frío
hasta
en la música,
sólo
quiero tu júbilo
matutino
y palpable,
la
concreta verdad
que
repartimos desde el fuego
con el
clamor de piedra
que
exigió la esperanza.
Tu
silueta desnuda
me
lleva al susurro del bosque
y me
hace distinguir su lenguaje
que no
se lo que tiene
que al
oírlo sin límites,
sus
goces aumenta.
Tu
amante voz,
divinamente
extraña,
habla a
mi corazón
en los
rumores
de la
tierra gentil de mis amores.
Tu
silueta desnuda
hasta
hace que la flor
se
lleve y eche perfume
en
ondas que se levantan
mientras
se mece el tremolar florido
y donde
los mirlos,
los
zorzales,
los
chingolos,
sus
ensueños cantan.
Yo como
tú amo el amor,
la
vida,
el
dulce encanto de las cosas,
el
paisaje celeste
de los
días de estío.
También
mi sangre bulle
y río
por los ojos
que han
conocido el brote
de las
lágrimas.
Creo en
el mundo del amor
y que
la poesía como puente,
es de
todos.
Tu
silueta al desnudo
hace
que mis venas
no
terminen en mí,
si no
en la sangre unánime
de los
que luchan por la vida.
el
amor,
el
paisaje,
la
poesía.
Reboza,
rebózate,
de amar
y de
ser amado.
Tu
silueta al desnudo a mi lado,
¿no
sientes el tremolar del viento,
bandadas
de aves al vuelo,
de
caricias tenues y suaves
como
campo de margaritas
rojas y
blancas
de
perfumado chal?
Nuestras
manos palpan,
acarician,
aman y
guardadas
quedan
en el fondo de nuestras almas
lo que
tocan los ojos
y
palpitan las manos.
Tu
silueta al desnudo,
cerca,
muy cerca,
inmóvil,
marmórea,
clara,
secreto fruto celeste
suspendida
en nuestro nido,
en
aquella rama alta.