Surcar distancias,
en un continuo
deambular,
yendo y viniendo en noches
de Penélope,
cielos abiertos
frente al mar,
hacia el amor único y
verdadero.
Surcar distancias
para al fin ir
al encuentro de la
pasión,
de la ternura,
con estrofas sin
lágrimas,
versos de
pensamientos puros,
de deliciosos tiempos
que vendrán
en nardos empapados
en lloviznas finas.
Surcar distancias
hacia los rayos
de plata de la luna
naciente,
en visiones claras
que se entrecruzan
para vivir
horas felices en los
cielos del alma.
Surcar distancias
para que nuestras
trémulas manos
se entrecrucen con caricias
ansiadas.
Yo que soy capaz de
sentirme todo espíritu,
a tu lado soy mortal
y no más ángel
como el luminoso
Perseo.
Surcar distancias
para ir hacia la
llama que quema
y hacer de dos mitades
una misma alma
como Platón en su
Fedra.
Hablarnos el lenguaje
mudo,
sin voz, ni palabras
en los momentos de dicha
suprema
de dos seres que
tiemblan
en el paisaje que
baña la luz de la luna.
Surcar distancias
para acercarnos
por puertas estrechas
o ventanas semiabiertas
o corredores hondos y
vernos abrazados,
reflejados en todos
los azogues del mundo
en manos de agua.
Mis lágrimas serían
alas
para ir a tu
encuentro
y estrecharme en tu pecho
desviviendo
la vida a cada nuevo
paso.
Surcar distancias de
los espejos
a los lagos para no
ser tan sólo ilusiones
sino realidades
vividas a pleno
sin ser día tras día
tan sólo un recuerdo.
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