Ríos interiores
que nos llevan a buscar
el gran camino que no intentamos
hallar
pero es aquel que al menor
descuido
a nuestro encuentro vendrá.
¡Ríos de vida!
¿No los oyes?,
sobre el mundo eternamente
errante
nos llevan con vendavales,
brisas o suspiros al lugar exacto
donde el amor nos está buscando
con angustia,
desolado de no hallarnos.
Ríos interiores llevadme a él,
al único que me hará vibrar,
temblor de ansias de amar
en un único anhelo
¡ser amada!
¡Ríos interiores!
los espacios vacíos,
el gran aire,
esperan siempre,
por dejar de serlo
y que el amor los inunde,
los ocupe y los lleve al más allá.
¡Ríos interiores!
horizontes que vigilan
avizores con música incorpórea,
ese lugar,
parte del mundo inmenso,
por donde vendrá él,
entre el aire lleno de memorias.
Y yo,
como alma turbia y sola,
sin un lirio en mi margen,
ni una estrella en la ola,
fui a buscarlo a correr las
llanuras
y a perderme en los ríos de la
vida.
¡Ríos interiores!
se llevaron la pena,
esa la que brota
en las noches oscuras
o de luna llena.
Ahora soy la que grita tu nombre
buscándote en la arena
en la que quedó grabado
y sé que el río de la vida a ti
me llevará.
Ya mi alma no llora,
ni fluyen más mis lágrimas
porque te encontré
y siento que te aproximas
como golondrina buscando su
cálido nido.
¡Ríos interiores!
traigan rápido a mi amor
entre corrientes alegres
hechas de pasión y caricias
de fronteras herbosas
y déjenme una rosa,
rosa de agua en mis ensueños.
Quiero que desemboquemos juntos
corriendo entre orillas
que se llaman los días más
felices.
¡Cómo nos encontramos los dos
en el mundo de la vida!.
Estábamos esperándonos uno al
otro
y ahora nos reconocemos después
de tantas peregrinaciones por
nubes,
aires, temblores,
encontrando la verdad
definitiva y jubilosa de nosotros
dos
juntos en una unidad radiante de
la vida.
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