Tengo
un sueño,
la
felicidad inminente está llegando
como el
regalo esperado
y mi
cuerpo tiembla
y mi
alma clama
sin
dolor de espera.
El amor
viene desde lejos,
hollando
cielos, nubes,
estrellas
que alas leves
transportan
desde el horizonte remoto
acercándose
de prisa,
pero
tardando todavía
porque
procede del más allá.
Tengo
un sueño:
de que
el amor me ha elegido,
me ha
dicho:
¡soy
yo! ¡voy!
y suya
me siento
antes
de su llegada,
franquea
las puertas de mi alma
que
hasta ahora cerradas,
herméticas
y vírgenes
estaban
sin esperar lo más ansiado.
Soñadora
soy o
¿es que
es sólo un sueño? no,
porque
en extraños paisajes
peregrinos
y perspectivas
nunca
imaginadas
lo vi
venir hacia mí
por
senderos lejanos y ciertos.
Sueño
ahora
forjar
un poema nuevo, audaz,
con
palabras escogidas con precisión,
ritmos
mágicos,
sonoros.
Rimas
ricas
en
campanilleos de plata
que
repercutan en ecos lejanos
y
lleguen allí donde está el amor
buscándome
desde sures y nortes.
Tengo
un sueño,
que me
consume
de
felicidad esperada
y en mi
mente,
sílabas
dulces
como el
sabor de un beso,
surgen
de continuo
con
extrañas músicas
de
laúdes y violines,
dando
una luz vaga
a las
hondas lejanías
donde
el amor viene
y
despacio me encuentra
en un
espacio envuelto en palabras.
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