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jueves, 14 de mayo de 2015

Náufraga


Náufraga,
en un mar de cielos abiertos y de soledades
que me acompañan en mi propia pena.

Las lágrimas saladas,
de agua de río y mar,
llevan mi voz delgada
a través del ancho mundo,
por los aires,
en un idioma sin labios.

Náufraga,
en un sueño
de una larga despedida de ti,
me voy flotando,
marchando sobre el mundo sin poder pisarlo
porque no tengo un sitio donde recalar.

Náufraga,
sin amor,
nadadora de noche,
nadadora entre olas y tinieblas,
avanzo contra la doble resistencia
sorda de oscuridad y mar,
de mundo oscuro.

Se rompen a mi alrededor
las densas ondas anchas de la noche,
buscando con afán la claridad
que me lleve al amor,
al verdadero, al único.

Brazada por brazada,
levantando un espumar altísimo en el cielo,
espumas de luceros,
de estrellas que salpican mi rostro,
con un tumulto de constelaciones de mundos.

Náufraga,
con inocencia desnuda,
desafío mares de siglos,
siglos de tinieblas,
buscándote a ti,
mi amante,
traspasando el mar,
la noche,
las conformidades,
para ser tuya en la playa del día que alborea,
naciendo en la nueva aurora que nos espera.

Náufraga de un mar
ahora con riberas y horizontes,
porque tu ausencia infinita,
ahora es presencia cálida y apasionada.

Eres mi barco,
el que esperaba,
eres ahora mi sostén,
mi apoyo, me has asido
en esta blanda tiniebla
y me has hecho tuya.

Naufragando mi pena entre tu mirada,
donde la luz de aura me inunda por doquier,
entretejiendo juntos
este amor que nació entre los dos.

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