Quimera de ser feliz
en una mera ilusión de mi
alma,
desde mi cuarto en
penumbras,
con persianas en ascuas
y puertas invisibles,
porque estoy esperando al
amor
que vuelve de aquel mundo
perdido
donde hubo tantos sueños.
Quimera de felicidad
bebiendo el zumo destilado
de mi sueño,
dejando en una estela de luz
mi desamparo.
Con los ojos cerrados
lo veo flotando a la deriva
iluminándome de lejos
para encontrarme en su
memoria
donde quedó grabado
mi nombre y mi voz.
Quimera,
entelequia mágica
que me da fe en el recuerdo
de frondas que pasaron
pero que me lleva a futuros
de innumerables días de
amor,
de alucinación y fantasía,
bajando la luna
y volando en sus brazos.
Quimera, ensueño,
sin misterios ni rumbos
inciertos,
sí con delirios de pasos
que se juntan en el silencio
del aire,
que se llena de ternuras
en un amor puro,
que envuelve con total
arrebato
a nuestros cuerpos
donde la luz tímidamente se
asoma.
Quimera,
visión sin desolación,
con luz de dorada dulzura,
de luceros altos
que nos llevan con caricias
en las manos,
lentamente a caminos
ya no cerrados con
resplandores
sin penas.
Quimera,
mito de este amor
consagrado en un ensueño
pleno de miradas,
de palabras, de deseos,
susurrándonos suspiros
entrecortados,
ilusiones de eterna pasión.
Quimera
de sentirme amada,
con
este amor de verdad
ya que
lo imposible siempre llega,
felicidad
que nos trae el tiempo
por
horas que van y vienen,
por el
aire y que espero
con una
celeste paciencia
porque
sé que el momento
está
por llegar.
Quimera,
sin
delirios ni brumas del pasado,
sí con
sueños en los que me sumerjo
y estoy
contigo.
Volveré
a tu ternura
y
empezaré a decir
lo que
nunca hubiera dicho
¡te
espero!
¡eres
el mito hecho realidad!
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