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jueves, 8 de octubre de 2015

Tarde invernal


Tarde invernal

El viento helado era una pincelada de rojo en mi mejillas y
un gozo bailarín en tus pupilas húmedas.
Un aire inverosímil arremetió con el sol, golpeteaba por dentro,
de los pulmones, empujaba la sangre.
La alegría, pensé, debe ser parecida a un remolino de sol corriendo por los campos.
Y te miré, con calor en mi alma, envíe caricias a tu corazón.
Y te miré aguardando, ni magia ni milagro, que ya en dorado crepúsculo inundaras,
el cauce de la tarde.
Con el frio helado de afuera, nosotros acurrucados y abrazados frente al fuego,
de la chimenea, nos besábamos apasionadamente, éramos uno del otro,
corazón con corazón.
Y entre perfil y miradas , se sienten frenéticos toques de diana,
anunciando nuestro amor infinito.

“Dame a beber la poesía,
en el raudal de inspiración,
que a la noche es meditación”

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