Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 30 de septiembre de 2015
Ausencia
Ausencia
La tarde se ahoga en el
fuego dilatado,
como se ahogan mis ansias
en,
sobre la nada que me da tu
ausencia.
Llega tu voz de durazno y
miel florida,
para asfixiar suspiros y
apagar lejanías.
No es tu voz, ni el espejo
de tu voz es un canto de pájaros,
picoteando aleros, jugueteando indiferencias.
Ausencia, ya no siento tu presencia, no
vislumbro tu figura,
tus dulces manos, tu
mirada profunda,
otra vez mis ojos en el
fuego de la tarde, buscándote.
Y todo se olvida … hasta
tu ausencia …
¡Qué sensación tan
profunda arrancas de mis entrañas con tu ausencia!
¡Qué grito de amor
desgarras de mis poros y mi sangre!
Ya que en este Hoy es sólo
ausencia.
“El
reloj cae
y las horas se rompen,
lapida
y cruz”
Aspiración
Aspiración
Aspiración, de estar
juntos, de no separarnos nunca,
pero esto es tan sólo un
sueño.
De pie en el umbral de la
aurora,
bajo la celeste amplitud,
escudriño el horizonte más
allá del mar,
para otear tu figura y
pedirte que regreses, pero es tan solo una aspiración.
Aspiración de que estés
aquí, entre risas y lloros en flor,
congregándote al rumor de
las alas de mis sueños.
Y en las estrofas vierten
el tesoro conquistado de estar uno junto al otro.
Quiero mis versos por
audaces, yo sé que en sus anhelos hay horizontes,
para los mundos y los
cielos.
Quiero mis versos por
ingenuos, piensan en que vuelan solo porque mi frente,
rozan alas de mariposas.
Yo sé lo que soñaron
cuando flotan en mi sueño de crear locuras.
“Cae
la lluvia,
donde
tu sombra vive,
de
eternidad”
Tarde invernal
Tarde invernal
El viento helado era una
pincelada de rojo en mi mejillas y
un gozo bailarín en tus
pupilas húmedas.
Un aire inverosímil
arremetió con el sol, golpeteaba por dentro,
de los pulmones, empujaba
la sangre.
La alegría, pensé, debe
ser parecida a un remolino de sol corriendo por los campos.
Y te miré, con calor en mi
alma, envíe caricias a tu corazón.
Y te miré aguardando, ni
magia ni milagro, que ya en dorado crepúsculo inundaras,
el cauce de la tarde.
Con el frio helado de
afuera, nosotros acurrucados y abrazados frente al fuego,
de la chimenea, nos
besábamos apasionadamente, éramos uno del otro,
corazón con corazón.
Y entre perfil y miradas ,
se sienten frenéticos toques de diana,
anunciando nuestro amor
infinito.
“Dame
a beber la poesía,
en
el raudal de inspiración,
que
a la noche es meditación”