Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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jueves, 8 de octubre de 2015
Tarde invernal
Tarde invernal
El viento helado era una
pincelada de rojo en mi mejillas y
un gozo bailarín en tus
pupilas húmedas.
Un aire inverosímil
arremetió con el sol, golpeteaba por dentro,
de los pulmones, empujaba
la sangre.
La alegría, pensé, debe
ser parecida a un remolino de sol corriendo por los campos.
Y te miré, con calor en mi
alma, envíe caricias a tu corazón.
Y te miré aguardando, ni
magia ni milagro, que ya en dorado crepúsculo inundaras,
el cauce de la tarde.
Con el frio helado de
afuera, nosotros acurrucados y abrazados frente al fuego,
de la chimenea, nos
besábamos apasionadamente, éramos uno del otro,
corazón con corazón.
Y entre perfil y miradas ,
se sienten frenéticos toques de diana,
anunciando nuestro amor
infinito.
“Dame
a beber la poesía,
en
el raudal de inspiración,
que
a la noche es meditación”
Leyenda
Leyenda
Mis pasos de alondra,
pisaron un otoño húmedo y
te sentí volar,
entre la fronda
indiferente de viejos pergaminos.
Quise seguir tu vuelo
solitario.
Quise amarrar tus ojos a
tus alas.
Quise rehacer mis dedos
con tus plumas.
Más tu volabas… volabas…
Autómata juguete de papel
y cielo.
Y te tragaba el viento.
Y te mordía la distancia
luminosa.
Y yo soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día…
yo sería la rama de tu
nido.
Y fui la rama.
Y allí posaste tu piel con
el ahogo de de tu aliento.
No hubo nido.
Tú volaste…
fuiste un cuento.
Mi sueño, una leyenda de
otoño en mi memoria.
“Nadie
previno,
la culpa de existir,
no
acepta culpas”
Adiós
Adiós
Marcha a tu paso, mi
amado.
Yo iré al mío.
Trota mapas de tersa
cartulina que yo galoparé mi desvarío,
para trocar un ya, por un
acaso.
Hoy para no irte a buscar
y traerte a mi lado piafa mi rosillo
y se empecina en sacar sus
ardores de pegaso.
Esté amor al que hoy le
decimos ¡adiós! Fue un amor en remolino,
donde confluían todos mis
raudales,
unos arrastran tiernos
recentales, otros se encrespan con furor felino.
Él vendrá del fondo del
espejo, donde mi infatigable catalejo,
lo construye,
lo pierde y lo reitera.
¡Adiós! , el adiós nos
separa para siempre y mi corazón se agita, duele,
se apesadumbra.
Quiero que estés conmigo
como antes, yo entre tus fuertes brazos,
sintiéndome muy feliz.
Y cuando desde el balcón
del frente, mi libre albedrio precisa y sente llegar a mis labios,
tus besos ardiente,
ardorosos.
“Te
retratas fiel,
sobre heliotropo,
del crepúsculo”