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Miedo


Miedo

El sol enredaba sus hilos con el viento, orillando el vuelo de mariposas tibias.
La siesta se hamacaba bajo los sauces,
mientras río arrullaba el sueño enamorado,
de las sombras frescas y los paso otoñales.
Dos. Eran dos con miedo de ser uno.
Miedo a amar y dejarse amar.
Miedo a pasión desbocada.
Miedo y besos furtivos.
Miedo a hacer ramas entrecruzadas bajo las ramas confundidas de los ligustros anhelantes.
Miedo a ser naturaleza viva, en la naturaleza.
Los otros… los otros… siempre los otros.
¿Y nosotros? … ¿Cuándo? …
Miedo de que con el viento cañero, con los lapachos, con las flores sin nombre,
con los naranjos, por jardines y plazas te vayas filtrando al campo,
para llegar al más allá y no te vea más.

“Cupido tiene una espada
 por flecha, no hiere,
mata”

Placer


Placer

Cuando mis ojos gritan tu nombre el todo se llena de gozo,
porque tu nombre es el amor de mi vida.
Seduce mis formas de arcoíris deslucido.
Regálame el trébol y el aroma de tus manos.
Sacúdeme con el aliento de tu brisa azul y ágil.
Quiero ser una brizna viva en tu letargo de cariño.
Cuando entrecierro los ojos intacto te recupero.
Pienso que estoy en tus brazos, que hacemos el amor,
con ímpetus y voluptuosos movimientos.
¡ Que placer, qué gozo, qué delicia!
Mis caderas se contornean pregonando ¡más y más!
Siento tu esencia inundar mi cuerpo.
Estábamos como en un país de hechicería, donde la braza,
ignora  la ceniza y busco mirarte en un modo azul que atiza la braza y
arremansa la alegría.

“Nadie previno,
la culpa de existir,
no acepta culpas”

Ausencia


Ausencia

La tarde se ahoga en el fuego dilatado,
como se ahogan mis ansias en,
sobre la nada que me da tu ausencia.
Llega tu voz de durazno y miel florida,
para asfixiar suspiros y apagar lejanías.
No es tu voz, ni el espejo de tu voz es un canto de pájaros,
picoteando aleros,  jugueteando indiferencias.
 Ausencia, ya no siento tu presencia, no vislumbro tu figura,
tus dulces manos, tu mirada profunda,
otra vez mis ojos en el fuego de la tarde, buscándote.
Y todo se olvida … hasta tu ausencia …
¡Qué sensación tan profunda arrancas de mis entrañas con tu ausencia!
¡Qué grito de amor desgarras de mis poros y mi sangre!
Ya que en este Hoy es sólo ausencia.

“El reloj cae
 y las horas se rompen,
lapida y cruz”