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Despertar


Despertar

Despertar a la vida, la vida hermosa a la vida que es todo en este mundo,
la vida de la que estoy enamorada.
En lo que hacemos siempre amando, amando a todo el mundo, a todos nuestros semejantes, nadie que esté fuera de acá.
Todo el mundo que esté cerca nuestro y lejos.
Para que la gente que necesita tanto amor le llegue el poco amor que yo les puedo dar,
a través de mis poemas.
Para que puedan ser felices o encontrar también en ellos sus vicisitudes,
sus desengaños, sus desafíos, sus grandes problemas.
Los van a encontrar en mis poemas.
Por eso amo a mis poemas son toda mi vida, si nos los tuviera ya no querría vivir más.
Sin los poemas la muerte es todo.
Yo no quiero vivir sin ellos.

“Quiero morir en tu calor
para nacer en tus atardeceres
bajo el canto de tus besos”

Fragancia


Fragancia

Todo está intacto:
En las rejas, en las glicinas y por el patio flotando tu sonrisa,
en la pieza las tupidas cortinas que agitan fantasmas, lo muebles de jacarandá.
Cae la noche nos abrazamos y besamos con ternura y fervor.
En un cajón tenía un puñado de cartas y poemas de amor descoloridos,
flores secas, sobre las cuales caían suavemente alguna vez mis lagrimas.
Aún me siento en el sillón de seda amarrilla, abro las ventanas y a las golondrinas del aire,
entrego el secreto de mi alma alucinada y la lluvia de mis ojos, siempre azules,
dulcemente despiertan a las glicinas.
Dentro de la entrada perfumada de mi pieza, la caja de música, los abanicos,
con señales de fiestas te espera con mis brazos abiertos, esperando el goce eterno de tu amor, mi amado amante.

“Me ahogas
me arrancas la carne en cada abrazo
me desarmas el alma en cada beso”

Soledad


Soledad

Estoy sola bajo la opaca multitud soterrada.
Todos pasan de prisa a mis cuatro costados, como un naufraga que desde
la perdida playa llama en  vano.
Estoy, sola, angustia, por el polvo rencoroso, pisoteada.
Estoy sola, olvidada.
¿ A dónde se alargan las manos?
¿A quién abrir el corazón desolado?
Todos llevan las tristezas de la vida, sin recibir las señales de los astros.
Estoy sola, acosada.
Por los rostros repetidos, renovados en quienes inultamente busco el rostro,
de un hermano.
¡Ay! si pudiera huir lejos por el campo.
Y sin relojes echarme sobre el pasto.
Estoy sola, encerrada, quisiera correr descalza a las orillas de los ríos
y las manos de los aires subir en pájaros o en nubes.
Y abrir la ventana a las golondrinas del aire.
Para entregarles el secreto de mi alma acongojada,
porque mi alma alucinada hace lluvia en mis ojos siempre azules,
dulcemente despierta a las glicinas.

“El silencio
 me trae tus ojos
 de perla temblorosa”