Crónicas
de amores vividos,
dormidos
en el dulce rincón
de los
recuerdos guardados.
¿Por
qué volvéis aquellos,
tristes
y olvidados
a la
memoria de placeres perdidos?
Amores
vividos en ayeres de ayeres,
en el
hoy,
en el
ahora,
los
quiero porque sus alas sobre mi sien,
flotaron,
yo sé lo que me hicieron sentir,
yo sé
lo que me hicieron soñar,
todas
las vibraciones
y
latires que sentí en cada segundo
en mi
laúd con sus cantares.
Crónicas
de amores vividos,
historias
inolvidables,
imborrables
de mi existir.
Mi
mente se abre
para
que los relatos me salven
de una
soledad infinita
que se
despliega en un abanico romántico.
Las
prosas poéticas de amor
que me
inspiraron en mi vida esos amores,
las que
dejaron huella,
las que
me marcaron
con
sólo nombrarme en mis labios,
se
hundieron entre las ruinas
de
algún idioma inmerso en la
Tierra.
Crónicas
de amores vividos
que me
hacen cantar ebria de dicha
y de
emoción cuando pronuncio nombres,
fechas,
lugares,
minutos,
segundos,
vividos
cada uno con total intensidad.
Mi
espíritu todo se envuelve de luz
como
una aurora y su resplandor rosado,
mis
amores vividos,
se
hacen realidad,
plenos
de místicos aromas
acallando
toda pena,
mitigando
todo afán.
Crónicas
de amores vividos
que por
haber vivido
encienden
el sol
como
lámparas de cegador rubí
y en mi
paraíso de cristal
y agua
mil besos me buscan,
acarician
mi piel,
descubriéndome
toda,
lentamente,
sin
temores ni dudas porque mi cuerpo impar,
tenso y
desnudo
ya no
se hará visible más
que
para el único amor verdadero.
Y creo
que me aman,
alguien
ya sabe que existo,
que
puede estrecharme entre sus brazos
y que
por eso lo amo.
Crónicas
de amores vividos,
así la
vida pasa feliz entre las flores,
los
cantos y fulgores de intensos amaneceres
sin que
se enturbien los sentimientos
en su
diáfana transparencia,
el no
tener mañana
como no
se tuvo ayer.
De las
fugaces dichas las palabras,
las
ideas,
las
prosas como emblemas
van a
las hojas de cada flor,
se van
a su perfume,
se
dispersan en cantos,
buscándote
a ti,
el que
hizo palpitar y vibrar
mi
corazón con todo su ardor.
Y entre
un gran humo de pájaros cantantes,
el
relato de mis amores,
entre
las brisas se alza y asalta
su
magnífica vastedad.
Siguen
el reflejo del agua en playas virginales,
sin
reposo,
porque
el mar se resiste,
ola
tras ola a que se escondan
las
huellas de los cuerpos.
Crónicas
de amores vividos,
quien
va a dudar de las historias que dejaron signos,
deslizándose
entre las leyes más antiguas
que los
dioses abrieron en la tierra,
los
gozos,
las
dichas,
los
placeres.
¿Quién
va a dudar de esa verdad tan clara
en las
antologías en todos los idiomas
que el
amor tejido
entre
coronas en noches invernales
es lo
más perfecto y deseado del mundo?
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