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viernes, 15 de enero de 2016

Soliloquio de amor


Soliloquio de amor,
cuando llega la noche no sé qué decirte…
A veces tengo para tí
un par de palabras
mas tus interminables silencios
me dejan cual témpano
que sale del infierno.

Soliloquio de amor,
a veces me quedo sin pronunciar tu nombre
y entonces tus palabras,
cual fardos, me apabullan,
hasta dejarme sin aire
y se ahogan mis deseos
en solipsismos eternos.

Soliloquio de amor,
a veces sin silencios ni palabras
doy vueltas en la cama
y me siento como escarabajo,
al abismo que cae del eco.

Soliloquio de amor,
monólogo triste y solitario,
evocando los sentimientos profundos
del amor que por tí sentí.

Es ahora tan sólo un recitando
conmigo misma,
una parte, un parlamente completo
de insinuantes recuerdos perdidos en el ayer.

Soliloquio de amor,
en su espejo doble de pupilas,
ella es la tierra tejida
en rúbrica espiral de raíces.

Él es el viento
y sus inacabables potros de conquista.

Mueve el follaje de sus manos
el chisporrotear de estirpes
aún dormitantes en la bronca sed
de sus propias semillas.

Soliloquio de amor,
los espectros amantes son estatuas
que el mar no distingue.

Su beso es sucesión de un sueño
rodado en líneas de arena,
una playa donde Dios
olvidó sus húmedas siluetas.

Soliloquio de amor,
en los prados de tu huerto,
a la luz del plenilunio,
se moría cada flor en cada palabra
y concurriendo a una extraña complicidad de infortunio
en el rosal de mi vida,
se deshojaba el amor.

Soliloquio de amor
que me dan todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos
y yo sufro unas inmensas ganas de llorar.
Estoy triste
porque nuestros mustios corazones
nunca estarán juntos.

Soliloquio de amor,
monólogo triste y solo
como un incipiente retoño de flor
en un camino sin sendero.

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