Te espero en el umbral
de mi pasional abrazo
en la profunda noche,
desprendiéndose tizones
y luminosas chispas,
vertiendo los amantes
volcánicos
deseos de eclosión de amar.
Te espero en mi vida,
crepitaste ardiente
las brisas en el silencio
inmenso
de la oscura noche.
Ardió en mi delirio tu
abrazo creador,
intensa llamarada
de dos cuerpos pletóricos,
inmersos en el amor.
Te espero con ansias de
gozos,
con mi ternura ardiente,
abrevarás delicias
que de mi ser anhelante
van hacia ti.
Te espero,
soy tuya,
tómame, abrázame,
vierte en silencio
tus ánforas de fuego
que aceleran el latido de mi
corazón.
Te espero,
estoy cerca,
muy cerca de ti,
te quiero a mi lado,
se acelera el latido de mi
corazón amante
con tu abrazo leve y tu
aliento excitante,
donde enciende la llamarada
que me abraza el pecho.
Te espero
¿vienes amor?,
intensa llama mora en mi
pecho
que se inflama
despertando mi ardiente
fantasía
y transforma toda la faz de
mi destino.
No sé si espero,
amor,
ni si te espero,
pero de pronto estás,
inesperado y me envuelves
en un abrazo cálido de
estío.
Reconozco tus ojos de
viajero,
tu inseguro silencio,
tu llamado,
tus labios sin mañana
y sin pasado.
Te espero
porque eres un milagro de
ternura,
triste y feliz,
eterno y pasajero,
inquieto y firme.
Te espero,
amor ¡Cómo irme!
¡Cómo estar sin estar!
Te espero porque puedo
entristecerme tanto por tu
ausencia
que en fantasma de mí misma
me torno
y sentirme tan feliz por tu
presencia
que los cálices del regocijo
colmo.
Pletóricos de dicha,
con dulces sones de músicas
seremos astros del alba,
en la más alta estrella.
Ven…
te espero…
hasta la eternidad.
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