Una canción para el alma,
la que nos une y nos estremece
en un gran temblor de víspera
y de alba.
¡No me recuerdes!
¡Siénteme!
Hay sólo un trino entre tu amor y
mi alma.
Mis ojos navegan el mismo azul
sin fin donde tú danzas.
Tu arco iris de sueños
en mí tiene siempre pradera
abierta
entre montañas.
Una canción para el alma
te la hago llegar
para que en desatada prisa vengas
a mí,
ya que una vez se perdieron mis
sollozos
y los hallé abrigados en tus
lágrimas.
Siente mi canción,
es para tu alma,
un ruiseñor la canta en la mañana
y el viento la lleva en vuelos
por el aire
y los ríos desde los riscos
la dejan en las playas olvidadas.
Una canción para el alma,
para que menos me pienses,
más me ames.
Lo fácil en el alma
es lo que tiembla al sentir
llegar esa canción,
la de las palabras de amor,
dulces y tiernas.
Para que te llegue sus arpegios,
separa una por una las
costumbres,
hasta quedarte vacante y suelto
y la canción ardiente,
galopante,
inminente,
te inundará.
Una canción para el alma
anhelante de ser escuchada por
ti,
necesito que eso
sea para ser dichosa.
Tú,
atento,
resplandeces con la canción que
te festeja,
en la plenitud del acierto,
en paz contemplas la plena
consumación
del amor en pleno ardor,
en sosiego en los acordes,
preludios que te llegan a ti.
Una canción para el alma,
entrégate a ella,
mi amado,
con total amor,
buscando claridad
a través del misterio de
síncopes,
trinos,
aleluyas,
son para ti,
vienen del Hoy,
van hacia el Mañana.
Cada estrofa de la canción es
clara,
habla soñando,
sueña que sueña,
canta que canta y va hacia ti,
delante de mí, o
freciéndote mi amor profundo y
tierno.
En nuestro camino
toda la canción está en él.
Espera que cantemos juntos,
unidos más allá del hoy.
Suena sin ser estrenada,
sólo a nosotros nos estremece,
nos une y la reconocemos
por ser la enviada del amor
que nos lleva juntos en un
cenital esplendor,
entre besos apasionados y
ardientes,
con ondas sucesivas de entreluces
vírgenes.
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