Secuestro
furtivo,
¿te
acuerdas tú de aquella noche
que a
escondidas
y con
misteriosos impulsos
me
llevaste a aquel umbrío lugar desierto
donde a
solas nos amamos?
La
brisa nos acunó
y el
mar nos arrulló
con sus
ondas livianas
como
una melodía
de
lejanas orquestas.
Secuestro
furtivo,
me
retuviste entre tus brazos tibios
y yo me deshojé lentamente
como
flor de azahar
pura y
virgen
y con
dulzura me dejé raptar.
Me
quedaría en el encierro de tu cerco,
en todo
lo que estoy,
donde
estamos tú y yo juntos,
quietos
como el agua quieta,
retenidos
en el amor sin sol.
Secuestro
furtivo,
disimulado,
sigiloso,
¡qué ansia de repetirse
esto
que está siendo!
¡qué afán de que mañana
sea nada más
que
llenar otra vez
al
tenderte ese hueco que deja,
hoy
exacto
en la
arena, tu cuerpo!
Secuestro
furtivo, cauteloso,
para
que no se sepa
ni se
entere el mundo
que
estamos viviendo
entre
apretados y estrechos
cercos cuerpo,
alma y
mar.
Nada
promete el orbe,
ya nos lo da,
lo
tenemos todo ya,
nunca
más nos separaremos
ni por
el viento, ni por las nubes,
juntos
cantando siempre.
Secuestro
furtivo,
retención
deseada que despacio,
sin prisa, sin siquiera escuchar tus pasos,
sin ver
tu sombra en la fronda
me
envolviste con tu mirada dulce
y tu
voz pausada y lenta.
Tu risa
me secuestró
y le
dio colores a la noche
y yo
disuelta en alma y espíritu
me
entregué a ti
hasta
unos cielos lejanos
en una
gloria abstracta del alfabeto.
Y
danzamos juntos,
apretados entre frenesíes de pasión,
rodeados
de flores
del
jacarandá, azaleas, azucenas.
Secuestro
furtivo,
quemante
hasta lo indecible,
hasta
horizontes lejanos
donde
nos podemos tocar, palpar,
en
nuestros reflejos sin casi tocarnos,
en
nuestras formas reales
donde
se nos escapan suspiros
hasta la muerte.
Nadie
nos ve, nadie nos dice nada,
estamos
en nuestro mundo propio,
sin
altares de llamas
pero sí
de deseos y pasiones.
Secuestro
sigiloso,
nos dan
formas de una geometría sin angustia
entre
delicias hijas del agua,
cálidas
caricias en los fríos inviernos
entre
amores verticales, cristalinos y auténticos.
Mi
pecho se agranda, se agita,
siente
la presencia de tu amor
en este secuestro furtivo,
nuestros
corazones se unen
y en
silencio nuestras manos
se
entrecruzan en el aire,
en
voluptuosa danza
entre
sombras sin paisajes.
Y todo
cambia en nuestro existir,
los besos son únicos,
son
nuestros
y como
cómplices
del delicioso amar los dos,
atónitos,
vivimos el hoy,
el ayer
y el mañana en un encanto
y
esdrújulo sueño elegido en ondas del viento.
Arropados
y somnolientos
nos
elevamos al más allá,
solos
con nuestras voces y sonidos,
seguros
de amarnos por siempre.
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