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sábado, 23 de julio de 2016

Tal vez


Tal vez
La felicidad nos inundará
 si en este crepúsculo de múltiple colores
 los claros ríos de aguas cristalinas
 nos brindarán su esplendor
y se reflejarán en ellos nuestro amor.

Los dos
Tal vez
Si las rojas clavelinas,
las perfumadas rosas,
los azules de los acianos,
 si las amarillas amapolas,
 el amor de la celidonia,
nos infundieran energía,
vitalidad,
estaríamos siempre juntos.

Los dos
Tal vez
Si las deliciosas cerezas de agridulce corazón,
 las frescas ciruelas,
 las rojas frambuesas,
los milagrosos arándanos,
las puras grosellas nos envolvieran
entre sus dulces sabores,
nos abrazaríamos muy fuerte.

Los dos
Tal vez
Si los vientos se congregaran
después de la puesta de sol
y soplando formaran
 una gran orquesta tocando,
homenajearían nuestra unión.

Los dos
Tal vez
Si las hojas del roble solitario
nos dieran su energía estimulante,
si las hayas que sólo saben hablar de amor,
 sí murmurar el nuestro,
los ombúes centenarios
con sus grandes copas
 nos ampararían entre sus ramas,
 seríamos muy felices.

Los dos
Tal vez
Si como una hoja amarillenta
 transportada por el viento
 me dijeras cuánto me amas,
si una libélula bailarina
me rozara al revolotear con el viento
 y me recordara tus caricias
 ¡qué felices seríamos!

Los dos
Tal vez
Si pudiéramos oír las palabras,
 los sonidos,
 las frases del lenguaje de las plantas,
 de las flores,
 de la naturaleza,
todos viviríamos una eterna fiesta
 de dulce y sereno amor
sin que todo fuera un sueño.

Los dos
Tal vez
Si en una noche larga y tormentosa,
juntos pudiéramos ver
cuando la aurora tiñe el cielo de rosa,
emergiendo poco a poco
 por la cresta de los montes,
estaríamos enlazados
en un apretado abrazo sensual
y casto a la vez.

Los dos
Tal vez
Si cae el pulso agitado de nuestra sangre
sobre el plato sonoro del silencio,
el que custodia el hechizo de nuestro sueño,
 nos besaríamos con pasión,
agitándonos en el aire
 por el largo alumbrar del movimiento.

Los dos
Tal vez
Si estás ahí,
rezagando mi camino,
 serías ancla de oro y cadenas de mi anhelo,
 piel que adivina el pulso de mis ojos,
cruz que aprieta las nubes contra el cielo,
nuestras voces se oirían sobre el mundo
 como un cántico puro de amor.

Los dos
Tal vez
Si la sabia naturaleza
nos envuelve y ampara
como el fresno colmado de amor y de poesía,
las aves que emiten una dulce melodía
 que se difunde entre el cielo y la tierra,
 nosotros nos elevaríamos
 por el infinito azul
entre loas de felicidad y alegría.

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