Después de mi amor,
oigo el soliloquio claro
que sin esperar el tiempo
se acercaba y nos unía
para que juntos tembláramos
en el impulso puro
que brotaba al estar juntos,
conquistando espacios
en motivos de vida.
Después de mi amor,
aún tengo sed de amarte
y la voz de mi pensamiento
va hacia ti
y no veo ni siento
que se durmió el viento,
se encapotó el cielo,
se inmovilizó el mar
y se apagaron murmullos
y colores porque todo mi ser
está contigo
aunque sea sólo
un hechizo de amor.
Después de tu amor,
no me hables de orillas ni de
lados,
ni de proximidad para tenerme,
que aunque contiguos son
distanciamientos.
Después de mi amor,
quiero el sosiego
que da el levísimo suspiro
que te está esperando,
el momento breve
donde encuentra el rincón del
amor,
donde están susurrando palabras,
versos, estrofas que aguardan
el momento de llegar y caer
con un suspiro en las hojas
que las aguardan con ansia total.
Después de mi amor,
nuestra realidad es como un sueño,
indiscernible, cierta a la vez,
como el pájaro, el mar,
los árboles, las flores,
son un son,
un puro sentir casi invisible.
Y en la arena que llamamos tiempo
tu huella y la mía se unieron,
se marcaron en una sola.
Pero en la noche se empezarán a encender
las preguntas distantes, inquietas,
inmensas como astros,
siempre las mismas repetitivas
¿me amas? ¿me recuerdas?
queriendo saber recuerdos leves
y exactos uno del otro…
Y después de tu amor,
llegará el beso de la noche
que se posará,
curvo y recurrente
para que la hoguera de la pasión
se encienda, otra vez,
con lentitud y ternura
y luego el adiós,
sin nada más que liberar las manos...
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