Voces del alma,
me llegan a hurtadillas,
escondidas entre
vericuetos del corazón.
Vibran sincopadas,
juntas,
son toda la luz del
mundo
aún en tardes sin sol.
Voces del alma,
nos unen, nos enriquecen
de gozos y placeres
hasta el infinito
filtradas en el tiempo
y en la distancia.
Voces del alma,
nuestros sueños
nos recuerda el viento.
Nos escuchamos
y cuando me llamas
al levantar el tono
rayos de tu voz,
cruzan mi corazón
y dan luz a mi vida.
Mi amor es ahora
con nuestras voces del
silencio
como un torrente, como
un río,
crecido en plena
tempestad,
como un lirio
prendiendo raíces en el
viento,
como una lluvia intensa
sin nubes y sin mar.
Si nuestro amor es de
agua
¿por qué nuestras voces del alma
se van a rumbos
inmóviles
sin pretender que nadie
las escuche
ni nadie las lea?
Voces del alma,
¡cómo anhelo la paz,
la hora sin ruido
cuando nada perturba
nuestra existencia
en este silencio
encantado,
misterioso, único,
que une dos almas
en un íntegro amor.
Y entre nosotros
surgen las canciones
por palabras,
poemas sin pulso ni
vibración
entre trémulos ecos
por la faz de la Tierra.
Voces del alma,
¿Cómo haría yo
para salvarnos del
tiempo
que nos lleva a
separarnos?
No, quiero estar entre
tus brazos
por siempre, en silencio,
mirándonos en nuestras
pupilas
para que nos lleven a
caminos libres
en nuestros rumbos
hasta el mar que nos
cercan
y nos deja amarnos en
silencio.
Las sombras
se han echado a dormir,
entre nuestro amor digno
sin constelaciones
que nos destierren del
suelo
como dos pájaros
cansados,
casi muertos.
¡Oh, la sed infinita
de estrecharnos y
asirnos
en este silencio
profundo y amado
donde mis versos son
espacios
de espumas
que no temen perderte.
Voces del alma,
cúbrannos y rescátennos
del llanto,
dennos tan sólo
recuerdos castos,
sin olvidos ni penas.
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