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domingo, 11 de septiembre de 2016

Pregunta más allá


¿Por qué pregunto dónde estás si no estoy ciega,
si tú no está ausente?
Si te veo, ir y venir hacía mí, a ti, a tu cuerpo alto y viril,
que se termina en voz como en humo la llama,
en el aire, impalpable.
¿Cómo no extrañarte si mí cuerpo clama por ti a cada instante, sintiéndome sola sin tus manos en mi piel?
¿Por qué debo preguntar al más allá, al horizonte lejano,
al infinito, donde tú estás y en qué dimensión desconocida te escondes?
¿Por qué tu ausencia se vuelve insoportable si no hay dudas de que nuestro amor no existe?
¿Cómo no sentirnos unidos si la vida como una gran sorpresa
no nos suelta con sus fuertes brazos diamantinos ansiosa de unirnos cada día más?
¿Por qué al estar tendidos juntos semidespiertos en la porfiada penumbra defendemos inmóviles, trágicamente quietos, imitando quietudes de negra noche?
¿Cuál es el motivo de que me crezcan poderosas alas,
en manos, pies y cintura para cortar como golondrina el cielo suave del agua?
¿Por qué más allá voy abriendo el tupido follaje de la misteriosa selva tras las calandrias y las rosas de primavera lejana
buscándote sólo a ti?
¿Por qué me siento casta, transparente, luminosa y serena
como la inmensidad verde y azul del mar que amorosa me abraza?
¿Por qué más allá, en la lejanía te siento cerca,
sin que las sombras y las altas nubes cubran nuestros cuerpos
quebrando el abrazo de estar unidos siempre?
¿Por qué siento que ángeles de coral vigilan nuestras almas,
convertidas en puentes que al infinito vuelan?
“Tú eres el seguro brazo
en que me apoyo,
por el camino incierto,
de muertes o borrascas”

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