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martes, 4 de octubre de 2016

Atardecer frente al mar


Atardecer frente al mar,
sé que mi corazón
alguna que otra tarde
recordará estas serenas aguas del mar
y este levísimo encantamiento azul
del cielo que las sueña.

Sé muy bien que mi corazón
recordará este crepúsculo,
buscará este frescor,
estos reflejos del lento atardecer
que ven mis ojos.

Atardecer frente al mar,
los pájaros escriben con sus vuelos
en la celeste página la belleza
y verdad de la cual soy testigo.

Esta visión,
esta emoción,
viaja ya por el tiempo,
hasta este día para dejar temblando
su milagro desnudo en las aguas.

Entonces, me acordaré del hoy.
Donde fluye vida,
mis ojos brotan como manantial de agua
al son de la música
al ver el sol esconderse
entre nubes en el horizonte.

Cuando agoniza el sol,
el agua se le entrega,
fraternal,
sumisa,
envolviéndolo con guirnaldas
de flores y collares ondulantes.

Desaparecen estos espléndidos colores
de un arco iris  iridiscente,
soñando va la tarde azul
y la vida marcha hacia el ocaso.

Entre abanicos de espuma de olas
que golpean sin cesar las rocas,
el cielo se va tornando de colores rojizos
ante la puesta del astro.

El mar por la sal sutil
y el iodo sano plateado
por los hilos del sol conserva la música
de sus ondas en marcha.
Atardecer frente al mar,
entre trompetas radiantes del agua el cielo
como una flor dormida
cierra sus pétalos de colores.

Atardecer frente al mar,
entre aromas de mar y sal mi corazón
se estremece y mi alma renace en onda paz
y me veo reflejada en espléndidas sinfonías
que viajan al ritmo sigiloso
al encuentro de este atardecer tan esperado.

¡Tengo todo el mar en mi pecho!
¡Todo el cielo en mi alma!
Atardecer soñado
que frente a mí se cierra
y queda plasmado
en mis pupilas por siempre.

¡Cuánta  gracia,
el cielo y la mar
a mi cuerpo entregan,
pájaro de fuego,

reflejándose en los sonoros espejos!

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