Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 16 de febrero de 2016
La Plaza del Amor
¿Por qué lugar de esta plaza
impreciso y misterioso
se entra al interior de nuestra
alma?
Es un lugar secretísimo,
leve, amplio,
donde imperceptiblemente se
deslizan
los sentimientos más íntimos,
los desconocidos
por el resto de las almas
mortales,
quietas,
en sus bancos de siempre pensando
en el ayer.
Una vez,
hace tiempo,
sentí un cosquilleo suave,
ineludible y es que la plaza de
mi alma
se había abierto hacia lo lejano,
buscando lo que más importa en la
vida,
el amor que nos inunda de fe,
esperanza, caridad.
Plaza de silencio
que nos llega hasta el alma
sin saber de qué ruidos está
hecha:
pelotas girando, trompos
danzarines,
cometas entre árboles,
tintineando bolitas multicolores
entre el suave pasto.
Plaza por donde sin sombras
pasan las letras antiguas,
lengua del paraíso,
sones primeros,
vírgenes y en el aire del mundo
se estrenan en los rincones
los nombres de los gozos
primeros,
que se olvidaban luego
para llamarlo todo de otro mundo
al hacerlo otra vez:
nuevo son para el júbilo nuevo.
En ese paraíso de los tiempos del
alma,
la plaza en paz deja amores y
nombres
en realidades sin huellas,
sin memoria ni en signos,
percibiéndose apenas,
nítidos y momentáneos.
La plaza como extensión abierta
de la gracia y de la melancolía,
nos dejó trasegar la ternura de
los campos,
las acequias del celo de la
esperanza,
la tierra amedrentada y firme
como prado de libertad,
honda muralla sin sonrojo
que corre por las venas
al seno de la comunidad.
Cerca, muy cerca de la plaza
el alma en antiguo brocal
de musgo y verde
arrebata el deseo creciente
de las aguas entrando despacio,
muy espacio al mirar
de los ojos tiernos.
Otras sensaciones mueven
en mi pecho la plaza dulce y
virgen
que en ilusiones vuela a mis
sueños
y nos olvidamos de sus grietas,
sus baches, sus surcos,
sus zanjas, sus charcos
que en un mar alado
de geográfico equilibrio
nos lleva al mundo real
y cósmico de esta vida.
Conservamos los labios
sobre el borde de sus senderos
y esperamos que nazca
el verde que refresque nuestros
sentidos.
Y en el largo alumbrar del
movimiento,
la plaza, lentamente,
hace sin sonidos las notas del
silencio,
quemando los caminos cerrados,
curvos,
para que el alma alce vuelo sin
dudas,
ahogando en desazón el
pensamiento,
deteniendo las horas
y la ramazón elástica del viento.
Tú, plaza,
déjanos ir por el aire tibio y
perfumado
que nos invita entre ramos verdes
que cercan nuestro sosiego
aquietando nuestras ansias
entre laureles florecidos.
Eres tú,
plaza del alma
quien corona los vientos
serenados
y donde boga el sol
con sus cánticos unánimes,
el brillo de nuestros bienes ya
logrados,
atravesando tus curvas,
tus rectas,
tus círculos para que el aire
llene
el vuelo de los ángeles
en la plaza del amor.
Pérfido corazón
PÉRFIDO
CORAZÓN
De
una mujer
para
un hombre
De
mí para ti
Pérfido
corazón,
con
hábiles maniobras
y
lastimando mis sentimientos
tu
ingratitud me invadió
hasta
lo más profundo.
Me
heriste con tus maliciosos juicios,
ignoraste
u olvidaste todos mis esfuerzos
para
darte lo mejor en tu vida.
Fuiste
un baluarte para mí
cuyos
muros cayeron por tu incomprensión
y
tus desalmados sentimientos.
Pero
aunque todo sea un gran todo,
trataré
de que parezca una nada.
No
quiero recordar tus perversos esfuerzos
para
herirme y lastimarme.
Rompiste
mi
corazón
con tu hábil indiferencia
pero cruzaste la línea con ladina porfía
y
supiste hacerme sufrir hasta que
un
manto de lágrimas cubrió mi pecho.
Ahora
ya no quiero
saber
más nada de ti.
No eres
nadie en mi vida, fuiste el todo,
mi
ternura, mi amor,
mi
protección, mis cuidados,
todo
eso ya ha desaparecido
en
el espacio infinito
de
la nada.
Todo
tiene un principio y un final,
lo
que sentí por ti se terminó
ahora
busco un sino, un sendero, una luz,
donde
refugiarme a curar mis heridas
las
que tú causaste
y
no me verás más,
para
ti desde hoy no existo,
soy
invisible.
Comprendo
que nunca comprenderás
el
daño que me hiciste
y
en algún momento de tu vida
cuando
yo ya no esté pensarás
en
tu actuación cruel y mezquina hacia mí
pero
ya no tendrá solución,
lo
pasado ya fue.
Empezaré
a vagar sola
encontrándome
conmigo misma,
buscando
donde está la verdad,
cuál
fue mi error, en qué camino de errores
me
sumergí para no volver a cometerlos
y
en el hondo silencio de la noche encontraré
las
respuestas aún dudosas de por qué recibí
estas
heridas sin haberlas creo provocado.
La
memoria del corazón
elimina
los malos recuerdos
y
magnifica los buenos
y
así podré sobrellevar
lo
que sucedió esa noche,
a
quien quise tanto
y
por celos, envidias, rencores,
me
destrató y surgió su furia
queriéndome
hacer pedazos.
Ese
hombre nació
de
mis entrañas, un fruto hermoso que colmó mi vida,
fue
lo más querido,
lo
más preciado
pero
hasta hace poco se transformó
por
los pasos de la vida en otro ser
deshumanizado
y sin sentimientos buenos.
Ya
la vida lo llevará
por
otros caminos,
donde
su corazón cerrado
se
abra al espacio sin fin del amor.
Yo
no lo veré ni lo sentiré,
pero
son mis deseos los que lo lograrán
y
podrá encontrar
el
camino de la verdad.
Cuando
la razón indica decepción
hay
que darle paso a la razón
para
que no sufra el corazón.
Desde
hoy mi tarea es
llevar
mi vida en alto,
jugar
con ella,
lanzarla
como una voz a las nubes
a
que recoja las luces que se me habían ido lejos.
Ese
es mi sino:
vivir
plenamente entre risas,
alegrías,
olvidos y amores
renovándome
cada día para
encontrar
la luz de la plenitud
llenándome
de gozos con alas por el aire
como
las mariposas o las nubes flotantes.
Tuya soy
Tuya soy,
tiéndeme tu abrazo,
¡ay!, ¡cómo te
necesito,
apóyame, respírame,
grita que me amas!
Cascarón de hojas,
vahos de campo,
de vida, de viento,
de lluvia.
Hueles a cuerpo
húmedo,
mi pasajero fugaz,
necesito tus besos
apasionados
con sentimientos
profundos y tiernos.
¿Cómo puedo pensar o decir esto?
¿Casi sin respirar o
atontada?
Cada día quiero más
de ti.
Tuya soy,
hoy y siempre,
no te pierdas en lo
venidero,
a ti me acerco en tu
presente.
Ser es estar siendo.
Prisa, apetito de las
lejanías,
torpe atropello
de las largas
dulzuras del minuto,
da tiempo al tiempo.
¿A qué darle palabras
de amor
al poema si lo estoy
siendo?
Tuya soy,
mi amor es lento.
El caudal de mi dicha
eres tú
y como el del agua
fluyen parejos,
lo que ellos hablan
y la espuma dice
suenan de acuerdo.
Tuya soy,
tan sencillo es
quererte
que a veces se me
olvid
a que vivo de milagro
el amor fabuloso
que al cargar sobre
ti ingrávido se torna
y como lo redimes de
sangre o de tormento,
por fuerza de tu
pecho,
con corazón de magia,
siento la ilusión de
que estás conmigo,
muy cerca,
a mi lado.
Tuya soy
encuentro la ternura
en que se injerta el
color de tu piel
que me soborna y
adoro tu palabra
que trastorna y apura
mis sentidos
buscándote siempre.
Pienso en acariciar
tu pecho al descubierto
y todo lo invisible
que te rodea,
me complazco en la
luz que te contorna,
muerta de amor en
lecho enfebrecido,
pasto de celo en
huerto clausurado,
corazón por tus
flechas percutido.
Tuya soy,
hambrienta de amor
soy una llama que por
ti clama.
Un agua no pausada sí
cantada,
se allega por tus
manos a mi pecho,
¡oh ríos sin espuma,
tan alzado,
que moja las puertas
de mi cielo!
Tuya soy,
los signos de tu
grave y dulce voz
me reclaman a cada
instante
y despiertas mi
ternura
y mis requiebros.
¡Qué umbría en verde
valle,
qué collados!,
¡qué rama sumergida
en niebla y cielo!
Tuya soy,
tú eres la música de
mi vida
en todo mi tiempo.
¡Te ansío ya!