Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 11 de septiembre de 2016
Al son del juego
Un gnomo
con pasión de adelantado
en su corcel de vidrio
rosa y muselina
sorteó los parapetos de mi rutina,
asaltó mis defensas de virginidad
y me retuvo en tus cálidos brazos.
Sentí tu querer en mi boca
y mi sed no se apaga,
dejaste fuego en mí
para que en cada beso
quisiera beber entera tu alma.
Al son del fuego
se siente la sangre
corriendo por mis entrañas,
quisiera ser el aire
que todo entero te abraza.
Al son del fuego del amor
estamos unidos
somos un cuerpo
que solo se agita y se estremece
entre quejidos y suspiros.
Son las líneas de tu cuerpo
el modelo de mis ansias,
el camino de mis besos
y el imán de mis miradas.
Al son del fuego,
canciones de amor me colman
y sin siquiera saber el por qué
como ninfas tus manos recorren
cada poro de mi piel con luz cenital
en una perfecta geometría.
Al son del fuego
tu acompasada respiración
es melodía en mi cuerpo deseoso de ti,
de tenderme a tu lado
dejando una huella indeleble
que el tiempo no esfume.
¿Por qué llegaste a mí?
No lo entiendo,
nos miramos
y ya nos amamos.
Este amor perdurará
hasta la hora de los cielos,
estaremos viviendo
un Paraíso sólo nuestro.
Llévame a la claridad de lo incognoscible,
Paisaje dulce y sensual
con vocablos tuyos,
nuevos para mí.
Tómame con todo tu ser,
envuelta en tus brazos.
Al son del fuego,
ven a mis brazos,
suelta esa felicidad indescifrable
con su misión de fuego puro
nos abrazaremos sin movernos
y así haremos temblar
el témpano del mundo
por vez primera.
Sueños nuestros
eternamente duraderos,
de dos seres
que han encontrado el nido del amor
en este mundo que nos rehuía
con tu palabra última
-
¡Adiós!
Ayer
encadenaste la noche a tu silencio
pero
el primer rayo de sol en tus ojos
me
hirió
con
su ciega evidencia
de
que me amas.
No
te irás a la nada secreta
ultraterrena,
nunca
más…
Te estoy queriendo
Te estoy queriendo,
casi sin saber cómo
ni por qué.
Mi tierra estaba yerma,
resquebrajada,
seca,
sin vida,
muerta,
esperando torrentes de gotas simientes
y apareciste tú,
en silencio adormecedor,
con un atisbo de amor.
Te estoy queriendo,
antes era yo una mitad,
una sola, vacía,
restellante de luces,
con tan sólo medio abrazo apenas
y apenas medio beso
y sólo tú
eres quien puede completarme.
Te estoy queriendo,
tu risa como diablillo
que en mis venas pirueteas,
hace latir mi corazón a prisa
y en mi mente fluye y refluye tu voz
cantarina y risueña.
Te estoy queriendo
y soy feliz,
la alegría en mí
parece ser un remolino de sol
corriendo por los campos.
Y te aguardo,
sin magia y sin milagro
ya que un dorado vórtice
inundará el cauce de mis noches
que ya no serán solitarias.
Te estoy queriendo,
despacito,
sin apuros ni desgastes
sólo mi amor se va asomando en tu horizonte
ya no tan lejano.
Cuando el cielo se afina
al conjuro de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa
abandona su puesto de guardia,
me gusta perderme en mis pensamientos
teniéndote a mi lado
como un reportero del alba.
Te estoy queriendo,
naciste al son de mis deseos
viola de amor,
entre cánticos y risas
modelados en nácar verde.
En los duros biseles del silencio,
inmóvil y solitaria te esperaba a ti,
mi señor de la risa.
Crecías hacia adentro de mis dedos
cuando tocabas desde lejos mi piel
y al rose y al llamado de tu voz
se alza mi sangre con poemas.
Te estoy queriendo,
te imagino apoyado en la mañana
circuida de luz en primavera
ascendiendo la vida de tus hombros
y en tus manos
temblando una estrella.
Tu risa, ¡oh, tu risa!
Es eco de alegría desdibujada
desde la distancia.
Tu voz ¡ah, tu voz!
Suave,
tierna,
con inflexiones espléndidas de sabiduría.
Tú, el único.
Te estoy queriendo,
imagino el pálido rocío de tus ojos
y mi corazón impulsa por mis sentidos
sangre nueva,
¡loor a la risa y al amor!
Pregunta más allá
¿Por
qué pregunto dónde estás si no estoy ciega,
si
tú no está ausente?
Si
te veo, ir y venir hacía mí, a ti, a tu cuerpo alto y viril,
que se
termina en voz como en humo la llama,
en
el aire, impalpable.
¿Cómo
no extrañarte si mí cuerpo clama por ti a cada instante, sintiéndome sola sin
tus manos en mi piel?
¿Por
qué debo preguntar al más allá, al horizonte lejano,
al
infinito, donde tú estás y en qué dimensión desconocida te escondes?
¿Por
qué tu ausencia se vuelve insoportable si no hay dudas de que nuestro amor no
existe?
¿Cómo
no sentirnos unidos si la vida como una gran sorpresa
no
nos suelta con sus fuertes brazos diamantinos ansiosa de unirnos cada día más?
¿Por
qué al estar tendidos juntos semidespiertos en la porfiada penumbra defendemos
inmóviles, trágicamente quietos, imitando quietudes de negra noche?
¿Cuál
es el motivo de que me crezcan poderosas alas,
en
manos, pies y cintura para cortar como golondrina el cielo suave del agua?
¿Por
qué más allá voy abriendo el tupido follaje de la misteriosa selva tras las
calandrias y las rosas de primavera lejana
buscándote
sólo a ti?
¿Por
qué me siento casta, transparente, luminosa y serena
como
la inmensidad verde y azul del mar que amorosa me abraza?
¿Por
qué más allá, en la lejanía te siento cerca,
sin
que las sombras y las altas nubes cubran nuestros cuerpos
quebrando
el abrazo de estar unidos siempre?
¿Por
qué siento que ángeles de coral vigilan nuestras almas,
convertidas
en puentes que al infinito vuelan?
“Tú eres el seguro brazo
en que me apoyo,
por el camino incierto,
de muertes o borrascas”