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Ayer


Ayer, no había desamor, hoy palpita mi sienes, vibra mi corazón porque te siento conmigo,
mi amor lejano, sin  vernos, ni tocarnos, nos amamos.
Ayer grité un alud de palabras para cubrir causes nuevos y derribar murallas.
Ayer mis ojos acertaban distancias y como un remolino mis dos brazos giraban,
desbrozando malezas o blandiendo una causa, encontrarme contigo amor.
Necesito ese amor que es todo en la vida el que da dulzura, ternura y pasión,
a través de ti siento que nuestras manos desde lejos asidas,
 con el mudo fervor de los que aman,
palpitan en nuestros labios besos apasionados y tiernos.
Soy una autora lenta, de viajes encantados, contigo a mi lado sin verte, pero sí sentirte.
Como buzo me hundo en el mar de tu regazo tras los corales liberadores del tedio y los racimos embriagantes de las sombras, que la sed de la sangre aplacan.
Hoy, mi ayer, siempre hoy, desfilan sin orden mis poemas en un mar de letras impresas siempre
y como una marejada leal en la que me interno con fragor y total amor.

“Nos sirven Hoy las palabras mágicas,
estamos enamorados en dos ingredientes
siempre y únicos”

Culpa


Culpa, ¿toda mía es la culpa de tu ausencia?
No supe retenerte a mi lado.
¿Será mi culpa?
¿O tu miedo a amarme y ser amado?
Yo soy por siempre tu amante hasta que deje este mundo.
Mi culpa es amarte con toda intensidad, con mi cuerpo y mi mente,
con todo mi ser.
No estás.
Y estás en mí como una lluvia de suavidades indefensas,
que braman por sacarme de la rutina muerta,
para arrastrar mi sed en el silencio de tus miradas grises.
Quisiera estar contigo sin culpa alguna,
en un bosque de pinos para seguir la travesía del aire,
telegramas de resina y de esperanza.
¡Cuántas flautas prodigiosas envolverán la culpa acumulada,
entre redes de hojas perfumadas!

“¡Qué feliz me siento con mi culpa!
¿Podrás decir lo mismo de la tuya?” 

Necesito saber


Necesito saber de ti,
¿cómo me encontraste?
¿quién eres?
¿por qué me llamas mi reina y no sabes quién soy?
Necesito saber si existes,
si estas en esta orbe tan desquiciada y caótica,
¿Por qué quieres compartir tu vida
con alguien que es tan sólo una mujer poeta
que escribe palabras sagradas de amor,
pero tan sólo compartidas con los seres susceptibles
a los pensamientos que fluyen si cesar en mi mente?.
Tú, el desconocido, el fugaz, el pensado,
el que siempre aparece de improviso en mi mundo virtual.
¿Qué buscas?
Sólo puedo darte mis frases, mis poemas,
es el único patrimonio que tengo.
La vida en sus giros impetuosos,
en sus redes cíclicas unen seres de todo el orbe
sin saber la causa y la consecuencia.
No quiero que me hieras, ni me lastimes,
el dolor es santo cuando el alma llora
y mis lágrimas déjalas en el manto de mi pecho puro y casto.
La esencia de la vida no es reír en la aurora
es fuente sonora de penas, alegrías y amores.
No desates en mí el dolor bravío que él despertaría en mi conciencia lo límpido de mi valer.
Mi desconocido esta es una carta de estrofas sentidas,
déjame, no me busques más, necesito compilar mis versos para reunirlos y escribir en paz mis poemas de amor.
No me busques más,
no me atosigues,
déjame ser libre como pájaro andariego,
soy una pasajera de la vida,
libre y sin trabas en mi corazón ni en mi alma.
¿Qué pueden hacer en las fragosas tempestades del mundo
mis versos mariposas que al fin vuelan?
Deja que lleve todas mis ilusiones volando por las nubes
con mis cánticos alicaídos y mis versos elevados,
que los quiero por ingenuos,
pienso que vuelan,
sólo porque mi frente roza las alas de las gaviotas libres.
Los quiero por audaces.
Yo sé que en sus anhelos hay horizontes
para los mundos y los cielos.
¡Desaparece ya!
¡No te quiero en mi vida!

“Así si ha de caer en pleno vuelo
verán caer mi corazón gigante.
iluminando la amplitud del cielo
ebrio de luz como una estrella errante”