Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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lunes, 14 de noviembre de 2016
Incongruencias de la vida
Incongruencias
de la vida,
nos
golpean sin saber por qué,
nos
atrapan, nos deshacen cuerpo y alma
en
pedazos de cristales rotos,
rompiendo
nuestro equilibrio interior.
Nuestro
corazón se rompe
en
absurdas e inadecuadas situaciones
que de
seres del submundo aparecen
para
destrozarnos
y hacer
manar lágrimas de angustia
por nuestras mejillas
haciéndonos
sentir el vacío
de la ausencia del amor.
Las
metáforas de la vida cambian,
se presentan notas divagantes
en las
conversaciones íntimas
de
nuestros corazones.
Incongruencias
de la vida,
imprevistas,
divagantes
que
entre signos y quejidos
se nos
presentan sin sentido alguno
en
laberintos de emociones encontradas.
Aparecen
sin sentido
ni
causa como centellas de maldades,
las
desconocidas iras soterradas
que se
yerguen frente a nuestras almas
y quieren azuzarnos en amarguras,
polvo,
sañas y sequías de espíritu.
Incongruencias
de la vida,
despropósitos
que como armas
se
alzan frente a nosotros
en
tiempos lentísimos,
en
minutos rápidos
y en
nuestro interior nos defendemos
atrapando el sentimiento
que nos
hiere con puños,
entre
grumos de gritos.
Sucumbimos
al enojo
y una
gran incapacidad
nos
impide vislumbrar las nubes
alumbrando
la tierra y el sol
invernando
de a poco.
Debo
ser indiferente,
no
desgastar la vida
tan
valiosa de vivir
sin
pesares ni dolores,
quedarme
quieta,
no
desarmarme nunca.
Hablar,
pensar, llorar, gritar,
ir, amar, vivir y morir
entre
risas, cantos, alegrías
y
alborozos de amor.
Lozanía
de tocar el cielo
entre
limbos terrestres.
¿Cómo
he de ser feliz
frente
a la adversidad?
¿Quién
descifra la vida?
Incongruencias
impropias,
frente
a ellas el silencio absoluto,
sí la
búsqueda interminable
de
poemas de amor ya conjugados
que se
van vertiendo de a poco
entre
mantos y velos de tinieblas semioscuras
en
noches grises en papeles
que
ansiosos los esperan.
Incongruencias
de la vida,
la
calma de nuestro espíritu
limpia
todo lo inadecuado,
lo
indebido
que nos
hace sentir tristezas sin fin.
Volemos
muy alto
escapándonos
de los funestos recuerdos,
remontémonos hacia horizontes claros,
diáfanos
que nos conduzcan al olvido
y poder
amar sin límites
ni
miedos ni temores
en el lecho nupcial de algas y flores
iluminados por la luna
que
como nota errante
se
había extraviado en su cantar.
Vivir
la vida a pleno,
soñar
entre versos y cantos
y no
dejarnos llevar por extravíos
de
otras mentes
que
sólo están en la oscuridad absoluta.
Préstame tu luz
Préstame
tu luz, la tuya,
la que
ilumina con fulgores mi cercado todo,
dándome
las rojas alegrías
que
burbujean intensas
en el
sol que redondea las armonías
equidistantes
en el humo danzante del amor.
Préstame
tu luz,
es el
color del tiempo
donde
aun me atrevo a amar,
ilumina
mi mirada
que
creí perdida en una lejanía distante.
Te
llamo hasta quebrar mi voz,
por aso
me derramo
en
llantos y sangra mi corazón.
¡Préstame
tu luz, la necesito!,
mis
manos se angustian en el aire
por el
largo alumbrar del movimiento.
Quiero
sentirla como se siente
el agua
del puerto, pensativa, calmada.
La
gozaré en un temblor de hojas
en que
se paran gotas del cielo al suelo.
La
quiero para soltarla al viento
al son
de mis deseos,
eres la
luz de mis mañanas
que
aguardo entre mis cantos,
risas y
sones de poemas
que tú
me inspiras,
que
caen sobre el papel
como
manchas florecida del azar.
Dame tu
luz,
no me
dejes en las sombras
entre
las angustias,
los
deseos no cumplidos
y el
dolor de no tener la luz
que no
se tiene
y el
gozo de esperar la que vendrá.
Quiero
colmarme
con la
claridad que tú tienes.
Vamos
hacia ella los dos,
nunca
más solos.
Mundo
de dos,
verdad
de dos,
verdad
paradisíaca
iluminada
por tu luz prístina y pura
ya no
más días y noches solos.
Préstame
tu luz
la que
abre mis caminos
y pone
en sus finales
embarcaderos
con alas,
en un
nido nuestro
donde
nos encontramos
con el
alma y las manos,
en
suaves y aterciopeladas caricias
y
alegrías en un final cierto
en
nuestro existir.
Préstame
tu luz,
mi
cuerpo tiembla,
es la
felicidad que está ya cerca
en su
gran marcha subceleste,
hollando
nubes, quebradas, roquedales,
a una
velocidad de luz de estrella
desde
las lejanas constelaciones
donde
mis ojos bien abiertos
las
esperan con frenesí y anhelo.
Es tu
luz,
la que
buscaba,
no
luces soñadas, sólo la tuya,
la que
ilumina mi vida toda
y se
expande
luciendo
en mi alma su forma decisiva.
Me
estremezco sólo de pensar
que mi
alba iluminada en desatada prisa
me
transporta a tu mundo,
amado
mío
en alas
leves hacia la felicidad
del
gran gozo de amar y ser amada.
Cálidos crepúsculos
Cálidos
crepúsculos,
junto a
tu lado, frente al mar,
el
horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos
envuelve en su magia de espejismo,
de
visiones
que nos
transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos
lentamente
en la inmensidad
del cielo.
Cálidos
crepúsculos,
admirable
naturaleza,
siempre
la misma y diferente,
maravillosa de belleza,
renovada
constantemente
que nos
sumerge en oleadas de pasión
frente al sol
anunciando
su poniente
bajo la
celeste amplitud.
Estos
momentos imborrables
son
fuente de inspiración de poemas de amor
y
manantial de ritmos y cantos
para
que los versos como tesoros escondidos
surjan
en estas tardes de escarlata.
Cálidos
crepúsculos,
denme a
beber la poesía
en el
raudal de meditaciones sin fin
como salmos que desbordan cielos y tierras.
El
himno al amor todo lo ennoblece,
todo se agranda a sus clamores,
el
firmamento resplandece,
la
tierra se cuaja de flores.
Cálidos
crepúsculos,
hay en
su grandeza,
ternura
que fulgura,
armonía
que se potencia
en
segundos apenas
y los
versos vuelan con las aves,
con los
rumores de los ríos.
Es la
hora del amor,
retornan
a los nidos, las leves golondrinas,
sus
alas son dos mimos flotantes en el viento,
los
bosques se adormecen
y velan
las colinas,
es el
momento del recogimiento
y del
silencio profundo
surcado
por suspiros apasionados.
Poco a
poco,
puéblense de sombras el ambiente
y
levántanse del fondo de nuestras almas
los
sagrados sones de nuestro amor
descendiendo
por diáfanas escalas
a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.
Cálidos
crepúsculos,
como
música con ritmos sin fin,
son
instantes que la ilusión guía,
la
tarde apaga sus colores
y los
astros encienden sus lumbreras,
nuestros
corazones palpitan
y
vibran al unísono
en un
total arrobamiento de confidencias
y
secretos íntimos.
Parece
que flotamos
en una
suave cadencia
entre
el cielo y el mar,
nuestros
pies no son pies,
son
alas de aves,
bajo el
fanal errante de la luna
que
despacio asciende
con su áurea
luz, espectral y hermosa,
dilatando
el paisaje que nos protege,
nos
cobija como un temblor de encaje.
Luna
que comienza
a alumbrar nuestro camino,
vago y
blanquecino
hacia
nuestro nido cálido
y
embriagador de dichas supremas.
Cálidos
crepúsculos,
luces que el cielo envía
como
poesía ardiente
en el
atardecer nostálgico,
conduciéndonos
entre bellezas de luces
al
encuentro de nuestros cuerpos
que se
buscan con ardor
y
entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando
absortos
la imagen del cielo
unida a
la forma de la Tierra.