Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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martes, 27 de diciembre de 2016
Quiero acallar tu voz
Quiero
acallar tu voz
en
mi alma
y
no quiero perder
ni
una sílaba de tus frases de amor,
que
aunque sea sólo una fantasía,
lo
siento real.
¡Cómo
suena en mi alma la idea,
que
nunca será verdadera,
de
una noche completa en tus brazos,
diluyéndome
toda en caricias,
mientras
tú me las das,
extasiado!
Quiero
acallar tu voz
en
mí.
Te
has ido para siempre de mi lado
y
sueño en las horas,
tendida
en tus brazos,
sin
más luz que la luz de tus ojos,
sin
más lecho que aquel de tu pecho
¿Qué
sucedió?
¿Por
qué nos separamos?
Yo
sigo amándote
y
siento mi amor floreciendo
en
la mística voz de tu canto,
notas
tristes y hondas
que
unen mi dolor por no tenerte.
Quiero
acallar tu voz,
mi
senda de amor vacía
es
una tragedia del alma.
Hay
un aire muy suave
en cada estrella,
removiéndome
el polvo de los años.
Hasta
mi cara en vuelo,
las
cortinas del mar se treparon
y
mis ojos se unieron a los ojos
de
todas las pupilas del espacio.
Quiero
acallar tu voz
anudando
emociones
y
una larga ilusión se va rodando
y
hace inclinar la sombra de mi mente,
sin
el rayo de luz de tu regazo.
Como
corola al viento
mi
desilusión y mi pena
abrióse
paso al cosmos
quedando
en el pétalo
de
una rosa solitaria y triste.
Despedida
en silencio,
me
solté a la pureza
de un amor sin ropajes,
que
cargaba mi vida
de
lo irreal a lo humano
y
hube verme toda
en
un grito de lágrimas,
en
un recuerdo añorado
de
tus besos suaves y de tus abrazos íntimos.
¡Yo
sentí la Vida amándote!
He
de volver conmigo misma
a
buscar lo perdido,
en
un profundo batir de inquietas fuentes,
en
inmenso río, blanco,
corriendo
hacia el desierto
con
esperanzas nuevas.
Zaranda
Zaranda,
ritual del juego amatorio
que subyace en la danza del trompo y del viento.
Zaranda
que en la vida se tamiza
como en lagares lo verdadero de lo no real,
lo necesito por lo innecesario.
adorna sus helicoides caderas
como una flor bailarina
siguiendo sin cesar el ritmo planetario
del orbe todo.
Es el tamiz que nos selecciona lo vano,
lo útil de lo inútil,
red maravillosa que en la vida todos necesitamos.
Mi Zaranda juega en equilibrio dentro de mi
y me lanza a mi corazón que palpita de anhelos,
luces de amores pasados y presentes
que dejan sus huellas para no olvidar lo verdadero,
lo único que en su desenvaine de luz,
dejaron lo mejor,
lo inolvidable dentro de mi.
Zaranda
que todos tenemos para evitar heridas,
sufrimientos,
verdades falsas que sin esta
criba para nuestros sentires
perderíamos en el juego de la vida,
el equilibrio en tan sólo un instante
de nuestro existir.
en su dinámica diferenciación,
nos hace vibrar de emoción
en cada encuentro de amor.
Este cedazo nos limpia
en forma trascendente en nuestra alma,
en forma continua,
permanente, constante,
considerada, sentida.
Zaranda
que en cada ritmo e instante
nos permite diferenciar lo vivido en plenitud,
haciéndonos fluir sin reservas,
se sabe con redes…
infinitas,
así se tamiza la vida
entre ilusiones y esperanzas.
Zaranda,
faro que nos ilumina
entre gozos de lo eterno
en su instancia total
y nos señala en su criba
de iridiscentes metales la desigual
intermitencia de lo vano y superfluo.
Vivo en un ensueño de fantasías
buscando siempre el amor único a la espera
de que llegue un día de risas y cantos,
de felicidad permanente y soberana
Zaranda,
cedazo con fondo de madejas de metal
que me llevan a vivir sin llantos ni dolores,
ni mezquindades vanas
ni en desolaciones frustrantes cernidos
ya en su tamiz de cristal desgajando
la dicha no verdadera
que florece sin darnos cuenta.
En momentos de inseguridades
acudo a mi zaranda
para que mi alma como un ave inmortal
de alas seguras en apacible calma
encuentre la paz y el amor esperado.
Esencia de vida
Esencia del alma,
déjame vivir tus días beber de tu sonrisa,
soñar que sueñas conmigo…
Bésame y que espere la vida.
Saber de tu
existir
le da paz a mi
alma.
Esencia de vida,
porque no hay duda en nuestro espíritu
de que nosotros somos los dos llamados
posesión lenta,
al fin del
paraíso.
Nuestras almas juntas
suenan como
orquestas
con música de mares y solos de estruendosas cataratas,
millares de
alegres notas de clavicordios y violines.
Esencia de vida,
existencia del
amor en este tiempo vivido,
nuestro,
muy nuestro,
la felicidad está ya cerca
y desde los
cielos se la oirá
en su gran
marcha subceleste,
hollando nubes
y encontrándonos.
Esencia de vida,
entidad de dichas y alegrías
y al sentirla venir
el alma tiembla
de gozo y de placer
y se oye a lo
lejos muy lejos,
el diapasón de la tormenta
que ruge y la brisa que suspira.
Esencia de vida,
cualidad de
amar desde el alma
toda y es a ti
a quien amo,
el del espíritu fuerte y caricia tiernas,
el que me inspira la policorde rima,
los versos que se ajustan al trueno y a la calma.
Esencia de vida,
me conduces con tu cualidad suprema
a cantar y danzar sin razón aparente,
canto incesantemente mi musical portento,
ya que
convertiste con tu amor en lira mi corazón.
Fluidas vidas las nuestras
que se expresan con todo el cuerpo y espíritu,
las que se expresan
en sentidos sin arrepentimientos.
Esencia de vida,
inherente al
amor que nos envuelve
y despierta nuestra alegría,
estamos atentos a ser impresionados,
lo suficiente
para hacer amados
llenando el
silencio de la noche,
envolviéndonos en el aroma de los jazmines,
las rosas,
los azahares.
Esencia de vida,
esperamos de que llegue un día
de quietud permanente y soberana
para
encontrarnos entre ensueños palpitantes
en un inmortal
mañana.
Mi corazón se aferra a la felicidad,
como a la tierra rota por el arado la simiente.
Esencia de vida,
nos sentimos
íntimos cual si fuéramos uno,
íntimos,
peregrinos de humanidad,
he intuimos los
efluvios del amor,
de esos que dan la vitalidad,
la fuerza,
la ternura y la pasión.