Déjame
amarte,
amor,
que tengo el universo para darte
y
todo mi ser para acariciarte con una ternura infinita
que
se hace más grande cada vez.
Amor,
déjame encontrarte,
déjame
descubrirte,
déjame
ser de ti
como
la luz del sol,
como
la flor y su aroma,
como
una paloma y el cielo azul.
Déjame
amarte,
enseñarte
a amar,
ser
la sangre en tus venas.
Déjame
ser una delicada cadena de flores
que
aten nuestra libertad y seamos el uno para el otro.
Déjame
amarte para toda la eternidad.
Soledad
no más,
tú
me acompañarás
y de
mi propia pena me libertaras.
Sólo
quiero oír tu voz,
aquí
a mi lado
y si
una boca en la boca me besa
la
felicidad ligera me inundará
déjame
amarte.
Llévate
mi tristeza por la noche,
esa,
la que era mía,
bien
mía, pensaba decirla en versos
darle
forma como dan las lágrimas,
forma
tibia al dolor de adentro…
Pero
estaba clara la noche
y el
papel esperó en vano
anduve
pensado en ti por las estrellas
y el
aire y el olor de acacia,
todo
era como un corazón tendido a la confidencia.
Déjame
amarte
como
tu secreto divino, ansioso
y
torpe, a tu vera me quedo esperando
que
tú me enseñes el lenguaje de tu amor
y me
lleves a la claridad de lo incognoscible,
paisaje
dulce pleno de vocablos de amor.
Déjame
amarte con todo mi corazón
latiendo
por ti
y
espérame allí en ese refugio tibio
que
son tus brazos
donde
allí me esconderé de por vida.
Déjame
amarte,
¡serás
feliz por siempre
con mi amor intenso, ingenuo y verdadero!
Tu
recuerdo serás tú mismo,
ahora
ya puedo olvidarte
Porque
ahora, estas aquí a mi lado.
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