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domingo, 22 de enero de 2017

Inocencia e ingenuidad taiwanesa



Inocencia e ingenuidad taiwanesa,
son ustedes
todos mis amigos taiwaneses,
inocencia,
ingenuidad,
pureza total,
rodeados de un amor real,
que existe,
que sólo debo saber mirar
y sentir.

Entre miradas soñadoras,
profundas,
palpita el amor que todo lo da
y se conforma con poco,
que nunca me hará sentir sola
porque están firmes a mi lado.

Taiwaneses poetas,
narradores,
de manos traslúcidas,
pálidas
y plenas de amor,
entregándose siempre
a la curiosidad de la naturaleza,
de una flor de color intenso,
de una hoja amarillenta,
de una rama cortada al azar.

Son como ángeles
cuyas alas cristalinas veo
por estar plenas de amor,
que me tocan tímidamente,
con naturalidad,
y a veces,
con un soplo de amor,
que no me dejará nunca.

Los amo
y con el lenguaje
con el que sólo nos entendemos
que es el de las flores
 que son mensajes,
que expresan nuestro sentimiento
que de otro modo nunca podríamos hablar.

Los pensamientos
se transmiten a través del cosmos,
plenos de recuerdos
y gestos simbólicos,
una palmadita en un dedo,
un abrazo fraterno
con cordialidad y sinceridad.

Los querré siempre,
calmarán mis penas,
sentiré su fidelidad en la adversidad
como un gran consuelo.

Inocencia e ingenuidad taiwanesa,
la nobleza los distingue,
su poesía es sentimental,
plena de gracia y dignidad
como música de pájaros.

Gracias
por haberme dado
tanta lealtad y amistad,
me hicieron sentir muy feliz,
con emociones de llantos y risas.

¡Que jamás nos olvidemos!
Que vuestro genio y candor
no desaparezcan
y que vuestra pureza
permanezca intacta
entre risas y cantos.



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