Murmullos en la
noche,
colmada de cálidas
palabras
encendiendo velas
donde el viento
sacude negra soledad.
Ayer en la noche,
entre los silbidos
del viento
acaricié el pétalo de
tu sombra.
¡Qué extraño fue!
Murmullos en la
noche,
los dos quietos,
abrazados en un solo
cuerpo,
sentimos en oleadas
de viento y agua
que la esperanza
viene a nosotros.
Murmullos en la
noche,
somos dos,
sólo dos,
con miedo a ser uno.
Miedo a amar y a
dejarse amar
miedo a pasión
desbocada,
miedos a besos furtivos y deseados,
miedo a vivir
entrelazados
bajo las ramas
confundidas y anhelantes
de los ligustros.
Miedo de ser
naturaleza,
viva,
en la naturaleza.
Murmullos en la
noche,
delirios alucinantes
de saborear la paz
serena de tu amor
y cada mañana tu aliento
de cigarra anida
mis ojos abiertos
en la penumbra
quieta.
Murmullos en la
noche,
que mi alma
juglaresca escucha
como fondo
apabullado,
son murmullos que
como arrullos de
horas muertas
nos nombran,
para unirnos con mil
ojos
confundidos de
caricias
en un viento
indiferente
que juguetea con
nuestros cuerpos
plenos de amor.
Murmullos en la
noche,
quiero que tú
con tus palabras y gemidos de amor
aturdas todos mis
sentidos.
Comúlgate conmigo,
apagan los murmullos
que deliran
desboca los temores
indefensos
y sólo
¡ámame!
y será, entonces, el
mundo nuestro.
¡Ámame!
Seré la sal de tu
camino
y el verde de tu
sombra acogedora,
seré tu cuerpo de
perfumes
y aromas dulces,
brazos de estatuas,
esculpidas por la
pasión fresca
de mis formas tuyas.
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