Anhelo
frustrado,
creí en
tus falsas palabras,
melodiosas,
seductoras
que acariciaban mi alma,
pero
eran tan sólo
palabras
vacías de amor.
Y llegó
el fin,
donde
no quiero ni nombrarte,
ni
pensar en ti.
Sólo,
ser humo en tus ojos
y del
mundo sin ti,
el
final.
Anhelo
frustrado,
no veré
más tus ojos
que me
quemaban hondo,
que me
mataban con su gris ausente
con tu
piel de vientos
y tu
pasión de locos.
Anhelo
frustrado,
tu amor
me ató
y me
desató
en cada
lujuria de tu mirada errante.
¡Basta
de seducción!
procaz
y sin verdades ardientes
y yo
quedo con el desgarrador recuerdo
de tus
ansiados besos.
Creaste
música blanca,
para
conquistarme en plenilunio,
consumiendo
mis temblores,
devorando
mis gritos
bajo tu
piel fantasmal
y
traicionera
que aún
me ahoga desde esta distancia
tan
presente.
Y aún
estás
rezagando
mi camino
con
cadenas y cerrojos en mi vida
para
que nadie pueda entrar.
¡Basta!
vete ya
de mis recuerdos
tu
nombre ya está guardado en mis joyeles.
No
leeré ni una letra tuya,
no me
escribas para que yo desborde
y me
consuma en fuego.
¡Déjame
en paz!
con mi
silencio flotando sobre el agua
que
mana de mis recónditos adentros,
Balanceándose
en mi frente una corona
por
donde el aire se escapa de mis dedos
y no
saben ya mis labios
la palabra
que una
tus
oídos a mi verso.
Anhelo
frustrado,
fueron
por momentos
anhelos
amados,
ilusionados,
vibrantes,
ahora
sacúdanse
de las
bases de mi sangre
y que
tu nombre desaparezca
contra
el cielo
y
desnudándote camina sobre el muro
que
cerca mi silencio.
Tú ya
no estás más en el verde
levantado
del árbol
donde
perdí mi albedrío,
ni en
el viento caliente del estío
ni en
la orilla del mar enamorado.
Amor
frustrado,
perdido
por siempre
sin
sentir ya más el cercado de tus ramas
amaneciendo,
ya renovada y sin fe en ti.
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