Vivencias
Fluye el rió del tiempo, se empapa uno en sus aguas,
se le encoge la voz, la mirada se amansa.
Se achica el corazón, las piernas se acalambran.
Se entumecen los brazos y se arrumbara la espada
y la flauta se vuelve reticente y opaca.
Piernas y corazón apuraban su marcha hora explorando amores, hora
andando comarcas,
a todos algún seño prometía mi
flauta no el sueño que se sueña, sí el sueño que se arranca,
de la tierra renuente y el corazón desbordado.
Que pronto un diluvio como un
torrente de lágrimas ahogo las penas del mundo y puedo ir,
cantando bajito sin ahondar las pisadas, no sé si por costumbre o
por cautela con un dejo de gozo y otro dejo de lástima.
Gozo por lo que tengo y por lo que soy.
Me basta.
Pena por tantos sueños muertos a mis espaldas.
“Me
niego a despertar
no quiero ver la soledad de tras
de tu perfume que se negó a partir”
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