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martes, 2 de mayo de 2017

Mientras te espero…


Mientras te espero…
mi cuerpo tiende a caer,
mi mente no quiere reaccionar,
mis palabras mudas estarán.

Te esperé…
ansiosa de tu regreso,
pero siento la trágica fatalidad
de no ser más
que una marca en un cuerpo
que huyó de mi lado.

Mis labios se han secado,
sedientos de tus besos,
sin ellos
es austero el firmamento.

Mientras te espero…
has dejado tu marca
en el fuego de mi pecho.

Florilegio de mi pulso enamorado,
que dirige cada hueso de mis dedos
que rasgan las cuerdas del violín
 mientras te espero.

Sabes ya que no eres,
hoy, aquí, más que el recuerdo de tu planta,
que un día arrastró
la arena que llamamos tiempo.

Tú, ahora, en mí
eres hoy, sólo huella de tu huella,
de aquella
 que marcaste entre mis brazos.

¡Sensación de retorno!
Pero, ¿De dónde?
¿Dónde?

Allí estuvimos, sí, juntos
para encontrarnos y amarnos,
pero las presencias de siempre no bastaban.

Los besos se quedaban a medio vivir
de nuestros labios,
no sabían volar en una plenitud total.

Mientras te espero…
escribiré versos,
versos que desgarren el alma.

En su primer intento,
versos que simulen estrofas,
pero tú,
eres la poesía que pierdo.

Mientras te espero…
 recuerdo mi mirada mirándote,
sentía paraísos,
virginales jardines de ti,
donde ahora, sin luz, ya no se puede entrar.

Por eso, nos marchamos,
se deshizo el abrazo,
se apartaron los ojos,
dejaron de mirarse,
para buscar el mundo donde nos encontráramos.

Y, de pronto, nos encontramos,
Sí, allí.
¿Cómo fue el encuentro?
¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos con las manos,
buscándonos a tientas,
con los gritos clamando,
con los besos que el vacío besaban?

¿Con choque de materia y materia,
combate de alma contra alma,
que a fuerza de contacto se convirtió
en victoria gozosa de los dos,
en un prodigioso pacto de amor
de tu ser con mi ser, enteros?

Mientras te espero…
 sucedió el milagro,
tan sencillo,
como una luz que se encuentra con otra luz,
y queda así iluminando el mundo.

Y aquí, dentro de nuestras almas,
pervive el prodigioso saber que nos hallamos
y que mi dónde está
no sufre memoria.

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