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domingo, 23 de julio de 2017

Alegrías y pesares


¿Por qué en nuestras vidas
las alegrías y los pesares
nos inundan en momentos imprevistos,
dejando nuestra alma exhausta
y a veces triste y otras sonriendo?

¿Cuándo la luz,
unidad del alba,
se multiplicará en destellos
y lo que fue calma en profunda alegría,
será fervor de innúmeros pesares
que agitan nuestras mentes?

¿Cuál es la razón
de que hay días, horas, segundos
que en nuestro vivir nos alegran
 en festivo júbilo,
instantes plenos de luz
y en otros la pena y la aflicción
nos inundan
 como mantos de lloviznas de lágrimas?

¿Por qué ocurrencias fugaces,
chispas, sonrisas,
se inician y terminan
en breves espacios
surgiendo luctuosos presentimientos
en tristes instantes de desazón?

¿No es este instante,
 en esta aurora henchida de hermosura,
el extremo de mí misma,
la plenaria realización de mi sueño
que alterna entre alegrías y pesares?

¿Qué amor me quiere?
 ¿Qué amor me inventa caricias,
escondido entre dos aires fingiéndose brisa?

¿Por qué las alegrías son tan efímeras,
diáfanas y los pesares, oscuros,
plenos de pesadumbre?

¿Cómo debo hacer
para conducir mi resplandor de amor
 hacia ti entre dichas, alegrías,
dádivas de tu espacio,
sintiendo como un milagro
 la paz de estar contigo
y no la entrega sombría
de no estar a tu lado?

¿Por qué estoy yo
entre mantos de neblinas,
sin vislumbrarte ni un resquicio,
viéndote tan sólo de lejanías profundas?

¿Cuál es la razón
de que tarde más en envolvernos la alegría
que el pesar y nuestra alma grita
por el anhelo de que la felicidad
con brillante luz
nos inunde pronto, sin tardar?

¿No sientes, amor mío,
inmensas huestes de besos,
de resistencias,
bandadas de porvenir en las manos,
de arrebatos, de pasiones y de calmas?

¿Cómo hacer para derrochar
alegrías, dichas, en el aire azul
para que vayan en volandas por el aire
 y haciéndolas de agua
para llenar los cauces del mundo,
 hundiendo en abismos profundos,
 secretos oscuros los pesares
que nos abrumen
y nos hacen incapaces de volar
en campos de esperanzas?

Alegrías y pesares,
espejos con igual azogue
que coexisten en nuestra vida
sin poder mirar atrás.

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