Soy
del viento,
que
en volandas me lleva
a
lugares no esperados por mí.
Mi
rostro petrificado por el viento,
se
torna rígido y frío
pero
por dentro soy feliz
porque
vuelo sin querer hacerlo
por
islas en la playa
con
la arena inundando mi cuerpo.
El
sol enredaba sus hilos
con
el viento cálido
orillando
mis pies desnudos
en
la espuma del mar.
Vientos
y vientos de dos mil otoños,
con
hojas de este, mi bosque inmarcesible,
umbrío
de abedules, cipreses, pinos…
que
quisieron aumentar sus hojarascas
para
envolver mi cuerpo desnudo
con
sus hojas
entre
curvas que las engañan.
Soy
del viento,
sus
flechas del alba
cruzan
por los santos incorpóreos,
no
me hieren,
me
traen vida de colores.
Vientos
míos me empujan
entre
rachas que no atreguan,
es
una navegación del morir,
pero
ansiosa de vida.
Dan
con su fuerza piedras
que
ruedan hacía mí.
Soy
del viento,
no
toco tierra,
liberto
las leyes del contacto,
quedo
como trapecista suspendida.
Me
haces rodar por mundos infinitos
y en
auroras nuevas
me
acaricias con todo tu amor.
Soy
del viento,
no
más tuya,
él
me atrapo entre tus brazos
y
entre saltos me hizo bosquejar por el aire.
Me
hace escribir nuevos alfabetos,
haciendo
y deshaciendo volatines inventados,
rapidísimos,
palabras
que van
de
un trapecio del aire al otro
como
versos elásticos y tendidos
en
cuerdas rotas.
Viento
ilusionista,
embaucador,
inimitable,
mantenedor
del todopoderoso señor Tiempo.
Soy
del viento,
me
entrego a él
con
toda mi pasión,
mi
sensualidad,
mis
pensamientos íntimos
del
amor esperado,
me
hace perderme por calles perdidas
como
reportera del alba.
Me
hace sentir la vida
como
un ensayo sin textos
en
el filo de la madrugada
y
una brisa engañosa adereza con susurros
que
saben a lanzas
el
por qué me rapto
de los
brazos de mi amado.
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