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lunes, 7 de agosto de 2017

Presagios tormentosos


Presagios tormentosos,
¿es que acaso la tormenta,
furiosa y creciente
en el cielo oscuro y misterioso
abruma nuestro amor
o a la inversa lo acrecienta
entre los truenos y los relámpagos?
Palpita un viento ardiente
como el que sopla de un gigantesco incendio
y una tromba guerrera brama truenos
que prestos estallan en aullidos
de airadas tempestades.

Presagios tormentosos,
el cielo,
impenetrable y duro nos hace unirnos
en un abrazo total y apretado
como queriendo alejar el escudo de granito
que se nos acerca queriendo hundir
el mundo con su enorme paso.

Parecen descender del infinito
invisibles espíritus blandiendo
espadas de relámpagos
y nosotros corremos manos entrelazadas,
pies desnudos buscando
una cueva secreta para encontrar el refugio
ante esta majestad abrumadora
que nos hace desfallecer
ante la belleza y el miedo.

Nuestro amor se agiganta
ante tanta inmensidad
que hace retemblar el firmamento.

Presagios tormentosos,
el perfume de la tierra mojada
nos inunda al peso de sí misma,
después irá veloz como un meteoro
al fondo del abismo.

Con galas de volcán,
el sol radiante en niebla roja
de fulgor metálico
traspuso lentamente el horizonte
y nos asombramos ante la llegada
de una noche sin astros,
entre las sombras,
la tormenta avanza rodeada
de grises nubarrones.

De pronto,
el viento silba más agudo
y la tierra se puebla de visiones,
buscando en vano nuestras miradas
un salvador escudo.
Ya los truenos errantes retumban
con salvajes estampidos.
En tropel se suceden los relámpagos
a cuyo parpadeo la tierra,
loca de pavor,
se humilla.

Presagios tormentosos,
la tormenta está aquí,
entre nosotros,
chocan los truenos entre sí
y estallan.

La tempestad en sus furores crece,
es más viva la lumbre del rayo,
mundos hechos campanas
que repican por todo el firmamento conmovido.

Cuando se apaga la lumbre de un relámpago,
se puebla la noche de una sombra,
tan oscura que nos oculta a los dos
como dos figuras misteriosas e inexistentes.

Se desata la lluvia,
bajo el soplo de un viento
huracanado que sacude los árboles,
diluvia y nosotros bajo el agua
como fantasmas aturdidos,
corremos y danzamos
entre truenos y viento.

¡Por fin,
desde la altura de un cielo azul profundo,
las estrellas de cándida hermosura,
llenas de compasión y de ternura
dejan caer sus luces sobre nuestro mundo!

Presagios tormentosos
que nos lleva a unirnos
más en un revuelo de besos
bajo un manto tembloroso a la tibieza
de nuestro nido dejando lejos
la fiera luz de las voces
de huracanes lejanos.

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