Compréndeme, tú, el
esquivo,
el que hace piruetas
danzarinas en el aire,
soy en tu existir ya una nada
ya que dentro de mi
corazón
surgen las palabras
tan plenas de significado
que desaparecen sin
ser comprendidas
porque es muy difícil
recibir un poema con letras
de néctar y miel
y construir el amor
con la mente.
Compréndeme,
soy una mujer poeta
que necesita ser
amada,
no me juzgues
y sólo trata de
escucharme
porque si hoy muero
dentro de mis letras,
me voy con ellas.
Estoy pasando por un
diferente sendero
sin estar junto a ti,
pero si me amas
y estás a mi lado
mis poemas tendrán
dueño.
Seguiré escribiendo
para ti
porque te tengo
encerrado
dentro de mi mente.
Compréndeme,
la tristeza de que tú te alejaste
es como una agonía
del no existir
y no quiero hacerte
daño
diciéndote ¡vete ya
de mi vida!
o trata como el aire
con su brisa nueva
sentirme en mi tonada
de vida.
Compréndeme,
con el tiempo no me
olvidarás, tócame…
yo soy la zarza
que en tiempos de
lluvia, quema, llámame…
Al escuchar tu voz
mi alma reconocerás vencida en esta guerra,
mírame.
Eres tú mi agua
quieta,
la turbulencia, calma y tempestad
que al mismo tiempo me doblega,
fórjame.
Compréndeme,
siente en las palmas
de tus manos,
en los labios,
mi cálida huella aún
del tibio abrazo
en el que dejamos de
ser uno en dos.
Estamos al otro lado
de los sueños que soñamos,
a ese lado
que se llama la vida
que se cumplió.
Y ahora,
de tanto haber
realizado nuestro soñar,
nuestro sueño está en
dos cuerpos.
Compréndeme,
la vida, si estamos
juntos
se siente como un
sueño trémulo,
recién nacido.
Compréndeme,
mi silencio torvo y gris,
nace de sentir que
estamos separados
por rejas punzantes y
dagas afiladas
y por el viento,
ahogándonos de luz
el anverso de nuestro
cielo.
Respóndeme a la
armonía absorta
que hallarás en mi
alma
antes de que el sol
caiga,
ayudándome a
sobrevivir
sin tu mirada
encantada,
ésa la que alivia mi
espíritu
cuando se aleja de
ti.
Enséñame a escribir
entre penumbras de amor
al recorrer los
misterios respirados
juntos en quebradas y
curvas.
Compréndeme,
mi fragilidad de
mujer
que como cristal
suave
se quebranta en
ritmos
al escuchar los
latidos de la luna,
cuando el viento se
calma
y solo se escucha mi
voz,
rogando que el deseo
de tenerte,
de acariciarte
para ir de prisa en
momentos de segundos
a enredarme con el calor de tu luz
en la aurora,
en el fuego,
en el verso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario