Tu
huella que mi mar se llevó,
lejos,
lejísimo,
ni
se verán más tus pasos firmes y seguros,
ni
sentiré tu húmeda piel sobre mi cuerpo,
desnuda
está mi carne,
colando
entre mis dedos mansa arena
aunque
a veces hacia adentro
el
deseo reverdece puliendo
artesonados
por tu ausencia.
Tu
huella que mi mar se llevó,
otras
aguas se mueren en tu pecho
que
son mar a mis sueños y mi olvido,
mas
tus naves combaten y naufragan
en
un abismo de geográfico equilibrio.
Iré
a vivir el mañana sin que tú cerques mis huellas,
temblando
de futuro,
a
sentir la vida de prisa,
segundos,
siglos,
siempres,
nada.
Alfabetos
de mi espuma
un
día te alejaron de mi mar
y yo
por perdido te di,
quizás
por un instante tan sólo.
Tu
huella que mi mar se llevó,
porque
ya no sentía las alegrías altas de tu querer
y
las angustias de estar aún queriendo
poco
me inundaron con lagrimones que anegaron mi pecho.
Sólo
quedaron en mi alma los poemas,
las
frases,
los
monosílabos de amor
que
se escondieron dentro,
muy
dentro,
para
que tu huella no se lo llevara a la nada.
Desde
la tarde aquella que mi mar te llevó
aún
andan por mis venas mis versos despacito
y
muchas cosas he visto que pasaron traídas
y
llevadas por el tiempo.
Sobre
ti fui pasando mis horarios perdidos,
sobre
mí tú seguiste como el sol en los pétalos.
Y tu
huella mi mar se llevó en la brisa de mi dolor caído,
con
la tristeza ingenua de saberme en lo cierto,
tu
vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en
inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.
Tu
huella que mi mar se llevó,
te
llevaste mis caricias en el gesto de tu abrazo
y en
tus palabras quedaron rumores
parecidos
al lenguaje que llevabas en tu boca de agua
desde
el más quieto charco al más agreste risco.
Entre
el hombre y mi alma
se
ha cruzado una espada de espumas blancas.
Ha
sonado la lucha y me siento intocada,
mi
mar te llevó,
estoy
sobre los siglos con fiereza de olas…
¡Nadie
palpe la sombra
que
mi impulso ahuyentara!
¡A
veces la vida me quiere estallar
en
canciones de angustia inesperada!
Yo
quisiera quedarme en el secreto
de
mis penas punzantes como estrellas,
pero
mi alma no puede alcanzar
el
silencio del poema sin palabras.
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