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Caminos entrecruzados





Caminos entrecruzados,
jamás podremos encontrarnos tú y yo,
nuestras vidas están separadas por siempre.
Te amo sin conocerte,
nunca nos vimos
pero estuvimos cerca muy cerca de unirse nuestras mentes y nuestros cuerpos,
te amo desde aquí, tú desde el más allá,
desde tu horizonte lejano
desde tu crepúsculo distante.
Caminos entre cruzados,
entre tu y yo,
sinuosos,
trenzados,
turbios,
vibrantes de latires de amores sentidos y dulces.
Abrasémonos, amémonos,
dejemos de estar un instante tan solo juntos con placer y gozo,
ese placer único de un clímax intenso y breve tan sólo.
Un día, ese camino será de los dos
y al encontrarnos yo podre estar entre tus manos,
toda entera para que me guardes por siempre
en un arca secreto, oculto y sagrado.

                                                                       “la esperanza es
                                                                       un horizonte lejano
                                                                       donde Pandora
                                                                       espera siempre
                                                                       por el Herat”

Murmullos en la noche


Murmullos en la noche,
colmada de cálidas palabras
encendiendo velas donde el viento
sacude negra soledad.

Ayer en la noche,
entre los silbidos del viento
acaricié el pétalo de tu sombra.
¡Qué extraño fue!

Murmullos en la noche,
los dos quietos,
abrazados en un solo cuerpo,
sentimos en oleadas
de viento y agua
que la esperanza viene a nosotros.

Murmullos en la noche,
somos dos,
sólo dos,
con miedo a ser uno.

Miedo a amar y a dejarse amar
miedo a pasión desbocada,
 miedos a besos furtivos y deseados,
miedo a vivir entrelazados
bajo las ramas confundidas y anhelantes
de los ligustros.
Miedo de ser naturaleza,
viva,
en la naturaleza.

Murmullos en la noche,
delirios alucinantes
de saborear la paz
serena de tu amor
y cada mañana tu aliento
de cigarra anida
mis ojos abiertos
en la penumbra quieta.

Murmullos en la noche,
que mi alma juglaresca escucha
como fondo apabullado,
son murmullos que
como arrullos de horas muertas
nos nombran,
para unirnos con mil ojos
confundidos de caricias
en un viento indiferente
que juguetea con nuestros cuerpos
plenos de amor.

Murmullos en la noche,
quiero que tú
 con tus palabras y gemidos de amor
aturdas todos mis sentidos.

Comúlgate conmigo,
apagan los murmullos que deliran
desboca los temores indefensos
y sólo
¡ámame!
y será, entonces, el mundo nuestro.

¡Ámame!
Seré la sal de tu camino
y el verde de tu sombra acogedora,
seré tu cuerpo de perfumes
y aromas dulces,
brazos de estatuas,
esculpidas por la pasión fresca
de mis formas tuyas.



Canción del regreso





Canción del regreso,
dulce,
apasionada,
con querubines de estrellas.

Fluye el río del tiempo,
se empapa uno en sus aguas,
se me encoge la voz,
la mirada se amansa.
se achica el corazón,
las piernas se acalambran,
se entumecen los brazos
y se herrumbra la espada
y la flauta se vuelve,
reticente y opaca.

Canción del regreso,
ayer grité un alud de palabras
para abrir cauces nuevos
y derribar murallas.

Ayer mis ojos acertaban distancias
y como un remolino
mis dos brazos giraban
destruyendo malezas,
o blandiendo una causa.

Canción del regreso,
piernas y corazón apuraban su marcha.
ora explorando amores,
ora andando comarcas
rodando mi vivir
esperando tu regreso.

A todos algún sueño
prometía mi flauta,
no el sueño que se sueña,
sí el sueño que se arranca
de la tierra renuente y fértil.

Canción del regreso,
te espero con ansia,
reclamando tu presencia
en un torrente de lágrimas
para urdir un diluvio
con una ancha puerta
en la pared de mi arca.

Canción del regreso,
ahora mi voluntad se afana,
desde el umbral de mi casa
y un mar de letra impresa
abre ahora allí una marejada leal
en la que me interno
dando al fragor la espalda.

Canción del regreso,
a veces el jardín convidador
me llama
cuando en rosas,
jazmines,
geranios,
estalla o verdea,
modoso en la paz de su grama.

Voy cantando bajito,
te estoy esperando,
no ahondo mis pisadas,
no sé si por costumbre
cautela u holganza
con un gran gozo de placer
porque llegarás al fin a mí.