Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 23 de julio de 2017
El camino del silencio
El
camino del silencio,
Tú,
en
el alto balcón de tu silencio,
Yo,
en
la barca,
sin
rumbo de mi vida,
Los
dos perdidos
por
igual camino,
tú
esperando mi voz
y
yo, esperando…
Esclavo
tú
del
horizonte inútil,
encadenada
yo
de
mi pasado,
mi
silueta de nave en tu pupila,
no
eres más mi brújula
y
timón para mis brazos.
En
pie en el alto barandal marino
tú
aguardarías
mi
llegada en vano,
yo
habría de llegar
sobre la espuma
en
el amanecer
de
un día blanco.
El
camino del silencio,
me
perdí
en
la niebla de tu encuentro,
por
el alto balcón
de
tu silencio.
Olvidé
la señal para mi barco.
El
camino del silencio,
me
perdí buscándote
como un pájaro
ciego
por los años.
La
voz precisa
quedó
bajo el silencio sepultado.
No
lo puedo decir,
el
eco se fue
se
fue lejos,
repitiendo
mis palabras
y
acaso es largo el camino
que el daño me asegura.
No
lo puedo decir,
y
sin embargo
sé que está cerca
la
total negrura.
No
lo puedo decir,
mis
labios están sellados,
mi
búsqueda se perdió
en
la nada.
No
lo puedo decir,
todas
las penas
se
van volviendo ya
como
serenas soledades
que
aquí
no
tienen signo.
El
camino del silencio,
y
aunque la muerte
simplemente
abra,
aunque
al fin
me arrebaten la palabra,
no
me voy a callar
ni
me resigno.
Mi
camino buscará la luz
y las
mágicas palabras
que me den alegría
y no pesares.
Despedida en silencio
Despedida en silencio,
te digo adiós para
siempre
quizás, queriéndote
todavía.
Enséñale a mi boca a que
no te nombre más,
no dejes que mis manos acaricien
tu pecho
ni que camines sobre el
muro
que cerca mi silencio.
Despedida en silencio
tu piel se me enciende
en mi cuerpo deseoso de
ti
pero no debo permitir
ni tan solo
pensarlo.
Balanceo en tu frente,
una corona
es el aire que se escapa
de mis dedos,
no saben mis labios
la palabra que une tus
oídos
a mis versos.
Despedida en silencio
te digo adiós
en este silencio mío,
con el dolor en el alma
impregnado.
Me marcho de tu lado,
mi amor para ti es
prohibido.
Fue un regalo en el
desierto
que la vida, a su
capricho,
me había ofrecido.
Te amo y te seguiré
amando,
desde muy lejos.
Te amo aún con derroche
de ternura
y te grabé en mi piel
con sólo una caricia
tuya.
Estoy sentada en
silencio
pensándote a gritos.
¡Cuánto dolor, dudas,
tristezas y amarguras,
produce el adiós a la
persona
que más amamos!.
¡Qué difícil entender y aceptar
una separación!
¡Qué difícil entender
que se fue
sin un merecido adiós!
Cuando entregamos la
vida entera
pensando que ahí, estará
siempre,
llenando nuestro corazón
de amor.
Despedida en silencio,
silencio entre los dos,
sin adioses, sin
palabras,
nos separamos en una
dura realidad.
¡Qué difícil recuperar
el honor que una vez
perdí
anhelando tenerte en mis
brazos!
Ya el muro se alzó entre
los dos,
infranqueable,
nunca más nos miraremos,
nunca más seré tuya.
Alegrías y pesares
¿Por
qué en nuestras vidas
las
alegrías y los pesares
nos
inundan en momentos imprevistos,
dejando
nuestra alma exhausta
y a
veces triste y otras sonriendo?
¿Cuándo
la luz,
unidad
del alba,
se
multiplicará en destellos
y lo
que fue calma en profunda alegría,
será
fervor de innúmeros pesares
que
agitan nuestras mentes?
¿Cuál
es la razón
de que
hay días, horas, segundos
que en
nuestro vivir nos alegran
en festivo júbilo,
instantes
plenos de luz
y en
otros la pena y la aflicción
nos inundan
como mantos de lloviznas de lágrimas?
¿Por
qué ocurrencias fugaces,
chispas,
sonrisas,
se
inician y terminan
en
breves espacios
surgiendo
luctuosos presentimientos
en
tristes instantes de desazón?
¿No es
este instante,
en esta aurora henchida de hermosura,
el
extremo de mí misma,
la
plenaria realización de mi sueño
que
alterna entre alegrías y pesares?
¿Qué
amor me quiere?
¿Qué amor me inventa caricias,
escondido
entre dos aires fingiéndose brisa?
¿Por
qué las alegrías son tan efímeras,
diáfanas
y los pesares, oscuros,
plenos
de pesadumbre?
¿Cómo
debo hacer
para
conducir mi resplandor de amor
hacia ti entre dichas, alegrías,
dádivas
de tu espacio,
sintiendo
como un milagro
la paz de estar contigo
y no la
entrega sombría
de no
estar a tu lado?
¿Por
qué estoy yo
entre
mantos de neblinas,
sin
vislumbrarte ni un resquicio,
viéndote
tan sólo de lejanías profundas?
¿Cuál
es la razón
de que
tarde más en envolvernos la alegría
que el
pesar y nuestra alma grita
por el
anhelo de que la felicidad
con
brillante luz
nos
inunde pronto, sin tardar?
¿No
sientes, amor mío,
inmensas
huestes de besos,
de
resistencias,
bandadas
de porvenir en las manos,
de
arrebatos, de pasiones y de calmas?
¿Cómo
hacer para derrochar
alegrías,
dichas, en el aire azul
para
que vayan en volandas por el aire
y haciéndolas de agua
para
llenar los cauces del mundo,
hundiendo en abismos profundos,
secretos oscuros los pesares
que nos
abrumen
y nos
hacen incapaces de volar
en
campos de esperanzas?
Alegrías
y pesares,
espejos
con igual azogue
que
coexisten en nuestra vida
sin
poder mirar atrás.